Existen métodos de generación renovables más allá del eólico, hidráulico y solar. La energía de las olas comienza poco a poco a consolidarse como una alternativa más gracias a su estabilidad a lo largo del tiempo y a la amplia disponibilidad en muchos países de todo el mundo. Varias compañías e instituciones se encuentran en la actualidad inmersas en proyectos de desarrollo tecnológico con el fin de aprovechar la ingente cantidad de energía proveniente de las olas, que la Comisión Europea cifra en 30.000 TWh por año.
"A diferencia de algunas fuentes renovables, las condiciones de las olas del mar son altamente predecibles", señalan desde la misma Comisión. "Lo que permite a los operadores de la red pronosticarlas con días de anticipación y con notable precisión".
Esta previsibilidad, junto con el uso extendido de convertidores de energía de las olas, se espera que proporcione hasta el 10% del total de la energía que llegue a los hogares y empresas de la Unión Europea para el año 2050. "Reduciendo la necesidad de generadores de respaldo basados en combustibles fósiles" que, al igual que la nuclear, se han erigido como los respaldos cuando la renovable no logra satisfacer la demanda.
Uno de esos proyectos es el de la compañía finlandesa WA Energy y su sistema WaveRoller. Se trata de un "dispositivo que convierte la energía de las olas de los mares y océanos en electricidad", según explican en su página web. Y lleva desde el año 2020 dentro de un programa impulsado y financiado por la Unión Europea para adaptarlo a la fabricación en serie.
WaveRoller
La idea del WaveRoller comenzó en el año 1993, cuando el inventor Rauno Koivusaari experimentó en primera persona la fuerza de las olas mientras hacía submarinismo. Durante los siguientes seis años trabajó en la creación de un primer concepto que instalaron directamente en el mar y validaron algunas de las bases científicas que ya habían calculado en el laboratorio.
El primer prototipo a escala se desplegó en el 2007, momento en el que comenzaron a mejorar la tecnología hasta que, en 2019, desplegaron un WaveRoller en las costas de Portugal. A partir de ese momento y con financiación de la Unión Europea, crearon el WaveFarm para que los usuarios finales tengan todo lo necesario en sus despliegues a gran escala.
La máquina opera en áreas cercanas a la costa —entre 200 y 300 metros de la orilla— a profundidades que van desde los 8 a los 20 metros. Tal y como explican, dependiendo de las mareas puede ser que quede total o parcialmente sumergido y anclado al fondo del mar. Una sola unidad de WaveRoller tiene una potencia nominal entre 350 y 1000 kW con un factor de capacidad del 25 al 50% dependiendo de las condiciones de las olas donde se ha instalado.
La tecnología para generar electricidad se basa en el movimiento de ida y vuelta del agua debido al oleaje. Con el fin de maximizar la energía, el panel anclado al lecho marino cubre toda la columna de agua en el momento de la pleamar. A medida que el panel se mueve y absorbe la energía del océano, la bombas hidráulicas conectadas al propio panel bombean fluidos dentro de un circuito cerrado.
Los fluidos a alta presión generados por el movimiento de las olas alimentan un sistema de almacenamiento y suavizado de energía, que se conecta al mismo tiempo a un "motor hidráulico que impulsa un generador de electricidad". Según indican, la producción eléctrica de esta central de energía renovable se conecta luego a la red eléctrica a través de un cable submarino.
"Todos los elementos del circuito hidráulico están encerrados dentro de una estructura hermética dentro del dispositivo y no están expuestos al medio marino", explican en la web. "En consecuencia, no hay riesgo de fuga al océano".
La prueba llevada a cabo en Portugal en 2019 terminó tras dos años del dispositivo sumergido en las siempre complejas aguas del océano Atlántico. "Estamos encantados de confirmar que la unidad y sus componentes externos se encuentran en excelentes condiciones", recalcaron. Una de las últimas noticias de la compañía data del pasado 2023, cuando firmaron un memorando de entendimiento con el gobierno de Namibia para iniciar el estudio del despliegue de una WaveFarm en las costas del país africano.
Aprovechar las corrientes
Con un concepto opuesto a lo que propone el WaveRoller, existen otros proyectos que se encuentran investigando la mejor forma de aprovechar las corrientes marinas y las mareas para generar electricidad en zonas remotas. Uno de los más avanzados es el creado por la compañía francesa Sabella que se encuentra experimentando con una serie de hélices sumergidas que aprovechan el movimiento constante.
"Se basa en principios de simplicidad tecnológica y rusticidad", según indican en su web. "Para otorgarle mayor fiabilidad y una menor necesidad de mantenimiento". En una serie de pruebas llevadas a cabo en la costa gala, consiguieron aportar el 25% de la energía necesaria para suministrar a la población más cercana, de 1.000 habitantes.
A diferencia de otras turbinas que generan electricidad con las olas del mar, es invisible desde la superficie y tampoco interfiere con la navegación profesional o recreativa. Además, está menos expuesta a las cargas hidrodinámicas relacionadas con el oleaje en aguas de profundidad intermedia.
Uno de sus elementos más característicos son sus seis palas simétricas fabricadas en fibra de carbono por CDK Technologies, un astillero que construye barcos de carreras. Las palas están preorientadas en la dirección de las corrientes naturales de las mareas, para que no tengan que girar 180 grados, y permiten a la turbina captar eficazmente la energía generada por el cambio entre flujo y reflujo.
El rotor se activa incluso con corrientes leves y es el encargado de accionar el generador, que luego exporta la electricidad producida a la red terrestre a través de un cable submarino incrustado en el lecho marino.