En la actualidad existen numerosas soluciones que buscan mejorar la eficiencia energética de los edificios y reducir el impacto ambiental de la construcción. Eso engloba desde nuevas mezclas de hormigón con populares ingredientes, hasta paneles aislantes fabricados a partir de cáscara de arroz y papel reciclado. La apuesta por el reciclaje es decivisa ya que, además de reducir la cantidad de residuos, los nuevos materiales pueden aportar innovadores avances al sector de la construcción.
Una de las industrias más contaminantes es la de la ropa, con una producción de 24,2 millones de toneladas de fibra de algodón al año. A eso hay que sumar las más de 4 millones de toneladas de prendas que acaban anualmente en los vertederos europeos, según cifras de Ecofin y de la Agencia de Transición Ecológica de Francia (ADEME).
Por eso, empresas como Isover, dedicada a desarrollar materiales para el grupo galo Saint-Gobain, se han centrado en desarrollar productos como Isocoton. Este aprovecha los residuos textiles como ingrediente principal de paneles de aislamiento con excelentes propiedades tanto térmicas como acústicas.
[Así es la pintura que aísla tu casa hasta 15 grados: ahorra en calefacción copiando a la naturaleza]
Así, además de promover el respeto por el medioambiente, se obtienen productos muy competitivos, en algunos casos con mejores prestaciones que los más habituales, como la lana de roca, la espuma de poliuretano o el poliestireno. Eso sí, hay que tener en cuenta que tienen una clasificación de resistencia al fuego de clase E según la normativa europea, por lo que no evitarían tragedias como la del incendio del barrio de Campanar, en Valencia.
En todo caso, no están pensados para su instalación en la fachada, y deben estar protegidos por muros de ladrillo u hormigón. Sus propiedades ignífugas también se pueden mejorar gracias a sistemas de placas de yeso laminado, que aumentan su resistencia y los protegen en caso de incendio tanto si están instalados en tabiques como en techos.
Algodón reciclado
El algodón es uno de los materiales fundamentales de la industria textil y se produce en más de 70 países de todo el mundo. Su cultivo implica el uso de plaguicidas y fertilizantes sintéticos, que pueden contaminar el suelo y las aguas subterráneas y superficiales. Por eso es necesario reaprovechar en la medida de lo posible los residuos textiles y la ropa que ya no se usa, y eso es lo que se han propuesto los técnicos de Isover.
La compañía francesa recupera la fibra de algodón gracias a empresas de terceros que se dedican a recolectar ropa al final de su vida útil y también aprovecha los recortes de las fábricas de la industria textil. Con toda esa materia prima, Isover utiliza máquinas especializadas para deshilachar las fibras y transformarlas en algo parecido al relleno que se usa para los cojines y las almohadas.
Así, partiendo de un 70% de algodón reciclado, un 15% de textiles sintéticos y otro 15% de fibras de poliéster que ejercen como aglutinante, el proceso para convertir ese material en paneles aislantes para la construcción implica el uso de calor y se realiza en seco. La idea es evitar el consumo excesivo de agua y limitar tanto como sea posible las emisiones de CO2.
El resultado tras todos los procesos de transformación son unos paneles duraderos y flexibles de 120 cm de largo y 60 cm de ancho, que se pueden instalar fácilmente por los profesionales en paredes, tabiques y techos, con una reducida conductividad térmica de entre 0,037 y 0,051 W/m.K.
Están disponibles en cuatro grosores distintos (desde 100 mm hasta 200 mm) y, además de un rendimiento térmico excepcional (entre 2,7 m2 K/W y 5,25 m2 K/W), ofrecen un gran aislamiento acústico, similar al que proporciona la lana de vidrio. Al ser de un material semirrígido, pueden cortarse rápidamente con una cuchilla especial, e introducirse fácilmente en lugares estrechos o de difícil acceso.
Alternativa española
Isover no es la única empresa que ofrece este tipo de soluciones para mejorar el aislamiento de todo tipo de edificios y reducir el consumo energético. De hecho, la española Geopannel, con sede en Logroño, ha sido una de las pioneras en nuestro país en apostar por las fibras textiles para fabricar paneles de aislamiento térmico-acústicos.
Lo que empezó hace más de 70 años como una empresa que reciclaba textiles para fabricar rellenos y plantillas de calzado, ha ido evolucionando. Desde hace tres lustros, se dedica también a proporcionar "soluciones arquitectónicas acústica y de aislamiento térmico, basadas en nuestra experiencia en la industria automovilística", explicó Ángel Ruiz, actual Director General de Geopannel y nieto del fundador de la compañía, a EL ESPAÑOL-Omicrono.
Para elaborar sus paneles, los técnicos de Geopannel han buscado elementos que normalmente no se aprovechan para exprimir al máximo sus cualidades y desarrollar "un producto ecológico, reciclado y reciclable", en palabras de Ruiz. Así, la empresa obtiene "fibras textiles recicladas a partir de los recortes industriales de los fabricantes de ropa" para obtener "algodones, poliésteres, acrílicos, lana...".
Otro de los orígenes para los poliésteres son "las botellas de plástico y, más recientemente, los plásticos recogidos de los océanos. Los polipropilenos los obtenemos de los fabricantes de moquetas y alfombras y otros residuos industriales", explica Ruiz.
Pero la información que más interesa a los usuarios finales es el ahorro energético que pueden suponer soluciones de este tipo. Aunque depende de muchos factores, como la carpintería exterior, "en proyectos cuya eficiencia energética es muy pobre, la ganancia puede ser muy notable, con ahorros contrastados de hasta un 80% en la factura de climatización", según los responsables de Geopannel.