España tiene un serio problema con el agua. Algunas comunidades autónomas como Andalucía o Cataluña están viendo peligrar su suministro de agua debido a la pertinaz sequía que padecen. Una de las grandes soluciones pasa por el uso de plantas desaladoras portátiles, estaciones que normalmente se han utilizado para sectores como el de la agricultura. Para combatir las restricciones de agua, la Generalitat de Cataluña ha anunciado hoy mismo la compra de una desalinizadora flotante en el Puerto de Barcelona para tratar de revertir la situación.
Esta desalinizadora "flotante", definida así por la portavoz Patrícia Plaja y el conseller de Acción Climática, David Mascort, se unirá a otras 12 nuevas desalinizadoras portátiles situadas al norte de la Costa Brava, en la provincia de Girona. La infraestructura flotante en cuestión se situará sobre un buque en el Puerto de Barcelona, y se espera que comience a funcionar en el mes de octubre.
La desalinizadora podrá depurar hasta 14 hectómetros cúbicos del agua al año, el equivalente a un 6% de toda el agua que consume la capital, y tendrá un funcionamiento aproximado de cinco años. Mascort ha explicado que el funcionamiento de la desalinizadora flotante es "como el de cualquier otra", con la diferencia de que esta se encontrará instalada sobre un navío.
Una desalinizadora portátil
Lo normal es pensar en una estación desalinizadora estándar, situada en una zona concreta a nivel de suelo. Un ejemplo, sin ir más lejos, sería la planta desalinizadora de Agua de Mar de Ceuta, que abastece a la ciudad las 24 horas. Sin embargo, el uso de estas infraestructuras puede no ser la solución óptima en determinados casos, ya sea por necesidades geográficas hasta por problemas de localización.
Famoso fue el caso de la erupción del volcán Cumbre Vieja, que precisó del uso de estaciones desaladoras portátiles para poder restaurar los sistemas de riego agrícola de la zona tras el desastre. Estas estaciones portátiles emplean un sistema de ósmosis inversa muy extendido también en las grandes plantas desalinizadoras de España.
La clave y eje principal del funcionamiento de esta ósmosis inversa es un tipo de membrana semipermeable a través de la cual se hace pasar el agua salada proveniente del mar. En este momento, el agua está sin purificar, y se somete a una presión muy alta para que esta atraviese la membrana en cuestión. Hablamos de una presión de 60 o 65 bares. La membrana, a su vez, consigue captar iones, moléculas y partículas grandes.
Con este sistema, las desalinizadoras portátiles eliminan desde bacterias hasta microplásticos, pasando por otros elementos no deseados como lodos, arenas, etc. También acaba con elementos químicos que estén disueltos en el agua.
Tal y como explicó Mari Carmen García Panadero, vicepresidenta de la Asociación Española de Desalación y Reutilización del Agua a EL ESPAÑOL - Omicrono, se realizan distintos procesos para desalinizar el agua. Primero se lleva a cabo un pretratamiento con un filtrado que elimina las partículas y acondiciona químicamente el agua para el tratamiento. Este primer proceso pasa por presurizar el agua del mar.
Posteriormente, se pasa el agua por un filtro que suele ser de arena, que elimina los elementos en suspensión. Se añaden algunos productos para distintas cuestiones, como ajustar el pH o desinfectar el agua. También se usa un producto antiincrustante que evita que las sales disueltas se precipiten en el interior de las tuberías. Es en este momento cuando se somete el agua al proceso de ósmosis inversa.
Las desalinizadoras portátiles o flotantes, como las que quiere instalar Cataluña en el Puerto de Barcelona y en la Costa Brava, son ideales para suplir de agua a comunidades que hayan sufrido el azote de catástrofes naturales. En este caso, la solución aprobada por la Generalitat supone una solución más económica y sostenible para situaciones de sequía con la esperanza de abastecer a las zonas más aquejadas por la escasez de agua.