En pleno barrio de Delicias, rodeado de edificios de ladrillo y junto al Museo del Ferrocarril, se levanta Tomás Bretón, el primer edificio CO2 nulo del centro de Madrid y uno de los primeros de España. Su aspecto le delata: la madera es el material protagonista de una construcción diferente, por dentro y por fuera. Hay otro elemento que llama poderosamente la atención al transeúnte: la ausencia de polvo y ruido, a excepción del que hace un generador y el sonido rítmico de las atornilladoras profesionales.
Todo forma parte de una iniciativa que busca reducir costes, plazos y huella de carbono, liderada por la constructora Woodea, perteneciente a Zubi Group, el estudio de arquitectura Satt y la promotora Distrito Natural. Estos últimos son también los responsables de Entrepatios, un edificio de cohousing construido en Usera en 2019 basado en los mismos principios y que ya produce más energía de la que consume. En el caso de Tomás Bretón, con las 20 viviendas ya vendidas y levantado en un tiempo récord gracias a la madera, la entrega está prevista para enero de 2025.
Para conseguir sus objetivos, en Woodea aprovechan las peculiaridades de la madera técnica, que permite implementar métodos y sistemas de otros sectores industriales como la automoción. Uno de los socios y cofundadores de esta constructora, Pablo Medina, arquitecto y especialista en gestión de proyectos, menciona otros elementos clave en el proyecto en conversación con EL ESPAÑOL-Omicrono, como "la industrialización por componentes, la alta digitalización y la identificación y eliminación de desperdicios y despilfarros" para conseguir "un combo ideal".
La madera, material del futuro
Si el siglo XIX fue el del acero y el XX el del vidrio y el hormigón, el siglo XXI está cambiando las tornas hacia una construcción sostenible con menor impacto en el medioambiente. Los últimos avances en la producción de distintos tipos de madera y su gran acogida por parte de arquitectos de todo el mundo, España incluida, invitan a ampliar sus usos y confiar en ella frente a materiales como el hormigón. Más allá de nuevas mezclas y procesos, en general su producción es más cara que la de la madera, no es renovable y su huella de carbono combinada con la del acero representa más del 10% de las emisiones mundiales de CO2.
Octavi Uyà, Pablo Saiz y Pablo Medina decidieron poner en marcha Woodea en 2021 "por la crisis climática, el déficit de vivienda y su asequibilidad", explica Medina. Al estudiar qué estrategias podían usar para hacer frente a esos retos, descubrieron que "la madera técnica podía ser una gran solución, ya que es un reservorio natural de carbono y permite aplicar conceptos de industrialización a la construcción".
Este material, que ha evolucionado mucho desde las primeras construcciones registradas por los arqueólogos, ofrece nuevas posibilidades a arquitectos y constructores. El más pujante es el CLT (siglas en inglés de madera contralaminada), "un producto altamente industrializado que da forma a vigas, pilares y paneles destinados a forjados, cubiertas o muros, que pueden alcanzar longitudes de hasta 18 metros, anchuras de 3 metros y espesores variables a partir de 25 mm aproximadamente", según un reciente informe de Mass Madera, una red que reúne a expertos, empresas, instituciones y organizaciones pioneras en el uso de madera maciza en edificación en España.
El CLT es el principal elemento de la estructura del edificio Tomás Bretón, unos paneles que, gracias a la digitalización, se pueden cortar con precisión milimétrica usando CNC (control de corte numérico), para obtener cada pieza que luego se ensambla in situ. "Cada uno de los paneles tiene un código QR o un identificador y se cargan en fábrica según se descarga aquí", añade Medina, lo que permite acortar sensiblemente los plazos de construcción.
El impacto del método de Woodea es directo en el ahorro de costes en material y en tiempo de construcción. En total son unos 14 meses, desde el inicio de la obra hasta la finalización, frente a los 2 años que suelen requerir edificios similares construidos en hormigón. Mientras que las tres plantas de hormigón inferiores con cuatro forjados, que corresponden a los dos sótanos y a la planta baja, se han levantado en algo más de 3 meses, cada una de las plantas de madera de la estructura sólo ha necesitado entre 7 y 10 días hábiles.
"Como trabajamos por componentes, tenemos una cantidad de elementos limitados con los que podemos jugar. Sabemos que con estos componentes que ya hemos analizado y son óptimos, podemos lograr una arquitectura económica en tiempos y plazos", explican desde Woodea. "Es como si fuera un Lego, tenemos una cantidad de componentes limitados, pero eso nos da una agilidad muy interesante".
Otra de las ventajas de la construcción con este método es que permite no tener acopios, algo que se nota en los alrededores del edificio, muy despejados, a diferencia de las obras convencionales. "En vez de traer mucho material, bajarlo del camión y luego posicionarlo, aquí se deja la parte de carga del camión y la cabeza tractora se va. El material se descarga de manera inversa a como se ha ido cargando y se van montando los paneles de acuerdo con la secuencia de fabricación directamente en cada uno de los sectores".
Desmontando mitos
La percepción más extendida es que la madera no puede ser usada como material estructural de altas prestaciones, más allá de servir para viviendas unifamiliares o de baja altura. Muy al contrario, productos como el CLT y avances en la ingeniería estructural con madera ofrecen una resistencia y estabilidad similares a las del acero y el hormigón. Los rascacielos hechos con madera son ya una realidad, como demuestran Mjøstårnet, en Noruega, y el Ascent MKE Building, en Wisconsin (EEUU), ambos con casi 90 metros de altura y con 18 y 25 pisos de altura, respectivamente.
"La resistencia de la madera técnica es similar a la del hormigón, pero tiene 5 veces menos peso, por lo que la repercusión sobre cimentaciones es mucho menor", señala Medina. Desde Woodea también pretenden refutar otros mitos, como que construir con madera sale más caro, algo que se desmiente al evaluar el ciclo de vida total del edificio.
O el carácter inflamable del material, que se impide gracias al encapsulamiento con materiales no combustibles o con capas extra sacrificables que protegen la sección estructural en caso de incendio. "Además, la capacidad de la madera es muy predecible en su comportamiento, se quema a un ritmo constante, 0,5 milímetros por minuto en pino y 0,7 en frondosas, lo que permite predecir los tiempos de evacuación necesarios".
El otro gran mito en torno a la construcción en madera es el de que contribuye a la deforestación. Muy al contrario, este tipo de edificaciones apuestan por productos que garantizan una silvicultura responsable y que reforestan en mayor medida de lo que consumen. La madera del edificio de Tomás Bretón procede de Galicia, y cuenta con los sellos FSC y PFC, que certifican que procede de bosques sostenibles.
"Según Finsa, la principal productora de madera de España, a nivel mundial ya se producen hoy 44 millones de metros cúbicos de madera, con 17 millones de crecimiento anual, pero sólo se cortan 10 millones", sostiene Medina. "Ese remanente de 7 millones no es tan beneficioso como parece, ya que es una potencia de fuego en el lugar de origen, una de las causas junto con el cambio climático de estos incendios tan voraces están ocurriendo año tras año".
Ahorro energético
Desde el interior del edificio, con grandes ventanales a las tranquilas calles colindantes, es habitual ver a quienes pasean por los alrededores pararse frente a la estructura de madera, que ofrece un singular contraste con el color anaranjado de los edificios de ladrillo que lo flanquean.
Sin embargo, desde fuera es imposible detectar otras de las características que la convierten en una construcción singular. Es un Edificio de Energía Casi Nula (EECN), es decir, con una altísima eficiencia energética y diseñado bajo los criterios del estándar de edificación de bajo consumo más exigente del mundo, el Passivhaus. A eso contribuyen un gran aislamiento térmico, una gran hermeticidad al paso del aire y una ventilación mecánica de doble flujo controlada con recuperadores de calor.
Eso, sumado a otras estrategias como la presencia de paneles solares en la azotea, la recuperación de agua de lluvia o la reducción de caudal de grifería, permite que el gasto en calefacción, aire acondicionado y agua caliente sanitaria sea mínimo, valorado en conjunto en unos 50 euros al mes en una vivienda de 100 m2.
Los 20 apartamentos del edificio irán desde los 64 hasta los 146 metros cuadrados, con precios que parten de los 355.900 euros. El edificio dispondrá además de unos amplios soportales, un local para coworking o eventos, un huerto urbano, un patio y una gran terraza compartida en la azotea. Todo forma parte del concepto de covivienda, "que promueve la creación de comunidad para que las personas puedan tener una vida privada cuando lo deseen, pero también dispongan de lugares de encuentro y experiencias compartidas en el edificio y hacia el barrio", según la promotora Distrito Natural.
Es un edificio destinado a marcar un antes y un después, y varias promotoras están ya estudiando los beneficios de sus estrategias en un contexto cada vez más regulado, con una normativa europea que entró en vigor en mayo de este año y plantea unas restricciones de emisiones de carbono graduales pero muy exigentes.
"Está previsto que en 2026 entre en el Código Técnico de la Edificación aquí en España y en 2027 se empiecen a realizar análisis del ciclo de vida de los edificios", confirman desde Woodea. En 2028, los edificios públicos tendrán que garantizar que son nulos en carbono y en 2030 la norma se extenderá a todos los edificios, para llegar a una descarbonización total en el 2050. Un objetivo ambicioso que apuesta por transformar todo el sector de la construcción y contará con la madera como uno de sus mejores aliados.