De momento, España no está siendo el escenario de los llamados drones de reparto. Firmas como Amazon han estado desde hace años probando este método para repartir sus paquetes mediante drones, con resultados mixtos. Recientemente, un ciudadano de EEUU ha abierto fuego contra uno de estos drones, planteando la duda sobre la seguridad de este sistema y la recepción de los usuarios.
Dennis Winn, un residente de Clermont (Florida, Estados Unidos) admitió ante las autoridades locales haber disparado a un dron de reparto de la cadena de establecimientos de Walmart. Lo hizo, supuestamente, con una pistola de 9 milímetros mientras el dispositivo volaba sobre su hogar, según relató en su día Fox 35 News.
En este caso, se estaban realizando una serie de demostraciones de entrega en la zona y en ningún caso se estaba llevando a cabo un proceso de entrega real. La Oficina del Sheriff del Condado de Lake asegura que Winn afirmó que ya había visto varios drones de este tipo sobrevolando su casa, lo que le llevó a pensar que lo estaban espiando.
El problema de los drones de reparto
Pese a la colaboración de Winn ante las autoridades, el ciudadano se está enfrentando a varios cargos por el suceso. El hombre de 72 años de edad ha sido acusado debido al acto mismo de usar un arma de fuego y de provocar daños contra la propiedad severos a Walmart, valorados en más de 1.000 dólares. La firma eleva la cifra exacta a 2.500 dólares.
El caso de Winn ha puesto de manifiesto no solo los obstáculos inherentes que enfrenta este método de reparto con drones, sino la complicada situación legal en la que están envueltas las empresas con estos proyectos. Si bien los incidentes como el de este derribo no son habituales, las firmas detrás de los drones han visto como algunos de estos acababan siendo derribados.
Lógicamente solo es posible hablar de esta situación en Estados Unidos, país que está sirviendo como escenario para la puesta a prueba de los drones de reparto. La problemática en torno al acceso a armas de fuego de EE.UU también suma un importante factor; según medios como el Washington Post, en 2018 ya había más armas que personas en el país.
Las empresas implicadas poco a poco van reclamando el espacio aéreo al que tienen acceso para probar estos drones, lo que a su vez genera más conflictos a nivel legal y a nivel civil. Hay que sumarle a todo este problema el coste desmesurado que gastan las compañías para realizar estas entregas. Los casos de derribo de drones pueden suponer problemas económicos muy serios para dichas firmas.
Para muestra, un botón. Tal y como estimó el portal Business Insider en 2022, Amazon estaba gastando una media de 480 dólares por cada entrega hecha con Prime Air, el programa de reparto con drones de Amazon. Las pruebas, los costes de I+D y la baja rentabilidad de los proyectos son los causantes de estas tasas. Aún así, Amazon y otras empresas están empeñadas en reducir estos costes en los siguientes meses.
Por otro lado está la limitada adopción que los servicios de reparto con drones están teniendo a lo largo de Estados Unidos. Los drones de Prime Air dejaron de volar en ciudades como California este mismo año, y aunque se espera que el servicio aterrice en Europa en 2024, la expectación sobre su rentabilidad y resultados no es muy optimista.
El último de los obstáculos a los que se deben enfrentar estos servicios radica en la propia población. El caso de Winn es solo un ejemplo de muchos que potencialmente podrían ocurrir, y no tanto por motivos conspiranoicos, sino por simple codicia. No son pocas las voces que afirman que la presencia de drones con paquetes podría llevar a que algunos los derribasen y así robar la mercancía que transportan.