La irrupción de los vehículos eléctricos permitirá descarbonizar buena parte de la economía mundial, también en España. La llegada al mercado de kits que alargan la vida al motor de gasolina y se instalan en cuestión de horas también ayudan, pero la emisión de partículas y gases de efecto invernadero a través de los tubos de escape no es la única que preocupa: los neumáticos emiten 6 millones de toneladas de contaminación al año, según un estudio del Imperial College de Londres, y el polvo generado por su desgaste representa el 28% de los microplásticos que flotan en los océanos.
Ya existen iniciativas que están trabajando en desarrollar dispositivos que se instalan fácilmente detrás de las ruedas para capturar la mayor parte de esa contaminación. Otras empresas, como la británica Enso, apuestan por diseñar neumáticos específicos para coches eléctricos, habitualmente más pesados y con mayor par motor que los de combustión interna, con una fórmula mucho menos perjudicial para el medioambiente y la salud humana. Y lo que es mejor, generan menos de resistencia a la rodadura que los normales, ampliando la autonomía, además de ampliar su vida útil y ser más baratos.
El éxito en 2023 de un ensayo de seis meses en furgonetas eléctricas operadas por Royal Mail (el Correos británico) y la empresa de reparto DPD, ha llevado a Enso a ampliar horizontes y acometer un ambicioso futuro. Por eso acaba de anunciar sus planes para instalar en el sureste de EEUU su fábrica más importante, con una inversión de 500 millones de dólares y planes para producir hasta 5 millones de neumáticos en el año 2027.
Ruedas contaminantes
Firmas como Emissions Analytics se encargan de evaluar la contaminación emitida por todo tipo de vehículos. En el caso de los coches, uno de los elementos que todavía no se ha incorporado del todo a las regulaciones es el de las emisiones a las que contribuyen los neumáticos. De hecho, se espera que la UE sea la primera en hacerlo, con nuevas normas que podrían entrar en vigor a mediados de 2025.
Estas restricciones se basan en varios estudios e investigaciones científicas, que en los últimos años han demostrado de forma inequívoca que las partículas procedentes de las ruedas pueden contaminar el aire, el agua y el suelo, ya que contienen muchos compuestos orgánicos tóxicos, incluidos conocidos cancerígenos.
Los neumáticos se fabrican habitualmente con caucho sintético, derivado del petróleo, pero también incluyen numerosas sustancias químicas potencialmente peligrosas. Una de ellas, conocida como 6PPD, se ha relacionado recientemente con la muerte de salmones en algunas zonas de Estados Unidos y hay estados como California o Washington que ya están regulando su prohibición.
Al acelerar, frenar, tomar una curva o, simplemente, circular por carretera, se desprenden diminutas partes de estos componentes, invisibles al ojo humano. Según los análisis de Emmisions Analytics, los neumáticos producen 36 miligramos de partículas por cada kilómetro recorrido, cerca de 2.000 veces más que la media de 0,02 mg/km de los tubos de escape. Pero puede ser aún peor: una conducción agresiva, con fuertes aceleraciones y frenazos, dispara las emisiones hasta los 5.760 mg/km.
En el caso de los vehículos eléctricos, esas cifras son incluso más preocupantes, ya que el elevado peso de las baterías y el par superior del motor que llega a las ruedas provoca mayor fricción y, por tanto, mayor desgaste. Además, la mayoría de los neumáticos no se reciclan y acaban en incineradoras y al quemarse liberan a la atmósfera grandes cantidades de CO2 y otros gases contaminantes.
Neumáticos más eficientes
Para contrarrestar esta preocupante tendencia, en Enso están "desarrollando neumáticos más eficientes energéticamente, sostenibles y duraderos para vehículos eléctricos, con materias primas de origen biológico y bajas en carbono, y con técnicas químicas y de ingeniería avanzadas". Son palabras de Gunnlaugur Erlendsson, fundador y CEO de la compañía, en un vídeo promocional en el que también asegura que sus neumáticos amplían la autonomía de los vehículos eléctricos en comparación con otros modelos.
En una entrevista con el medio online The Verge, Erlendsson aborda el problema de fondo de los neumáticos específicos para vehículos eléctricos. Estos modelos son cada vez más habituales, pero la mayoría de fabricantes lo que buscan es llegar a acuerdos con marcas de automóviles para que sus ruedas, recién salidas de fábrica, se asocien con modelos concretos. "Por eso, aunque la tecnología actual permite mejorar mucho los neumáticos, no llega al 90% de la industria, que es el mercado de recambios", explica el CEO de Enso.
Así, el modelo de negocio de la compañía en EEUU se centrará en diseñar neumáticos que puedan servir para los vehículos eléctricos más populares, independientemente de su marca, y venderlos directamente a los clientes. La nueva fábrica de Enso, cuando funcione a pleno rendimiento, se encargará de fabricar 20 millones de estos neumáticos al año.
En cuanto a detalles concretos sobre sus ventajas frente a las ruedas convencionales, en Enso son parcos en detalles, pero insisten en que ofrecen un 10% menos de resistencia a la rodadura (y por tanto, un 10% más de autonomía del coche eléctrico), un aumento del 35% en la vida útil y un precio un 10% inferior. Las cifras han sido confirmadas por Transport for London, que regula el transporte público en la capital inglesa, y ha participado en los ensayos que tuvieron lugar en 2023.
Otras soluciones
La principal alternativa a lo que propone Enso proviene también de Reino Unido y se llama The Tyre Collective, que trabaja desde 2020 desarrollando soluciones tecnológicas que pueden impedir que las partículas que se desprenden de los neumáticos dañen tanto el medioambiente como la salud de las personas.
Su aportación más reciente es un dispositivo que utiliza placas electrostáticas encargadas de 'atraer' las partículas desprendidas de los neumáticos, que se cargan por la fricción en la carretera. Tiene forma de caja y se instala en la parte inferior de la carrocería, justo detrás de las ruedas, para capturar residuos de caucho sintético y otros materiales que miden entre 0,3 y 136 micrones y se acumulan en un depósito oculto en el interior.
De momento, según los resultados obtenidos en laboratorio, el dispositivo ha sido capaz de capturar el 60% de las emisiones atmosféricas de los neumáticos. Aún así, su implementación en el mundo real parece más compleja. Por eso sus responsables han probado los últimos prototipos en un par de furgonetas de reparto en Londres, que han sido capaces de recoger apenas un 20% de las emisiones.
El diseño implica que los residuos obtenidos se pueden reutilizar, una manera de "cerrar el círculo" y conseguir convertir "la contaminación en productos", según explican en su página web. Tras someterlas a un proceso químico, estas partículas recicladas pueden utilizarse para fabricar nuevos neumáticos, pero también paneles acústicos para el aislamiento de edificios o suelas de zapatos y zapatillas.