En los últimos años, el sector de los superyates ha experimentado una notable transformación, combinando el lujo más fastuoso con la tecnología más avanzada. Estos palacios flotantes, dominio casi exclusivo de los milmillonarios, intentan superar ahora los límites de la innovación con todo tipo de propuestas. Los astilleros compiten por crear naves cada vez más impresionantes e incorporan características avanzadas que parecen propias de la ciencia ficción, con ejemplos conceptuales como Colossea, el impresionante megayate de lujo con una cabina de mando que se transforma en un dirigible, o reales como Project 821, considerado "el mejor superyate jamás construido".

Si hay un astillero conocido por su ambición, ese es el alemán Lürssen, responsable de 7 de los 10 yates más grandes del mundo. A ellos hay que sumar ahora el nuevo Kismet, con 122 metros de proa a popa, capaz de empequeñecer a muchos de sus predecesores. Más allá del tamaño, lo que distingue a esta embarcación es la perfecta integración entre el lujo y la tecnología, que podrá observarse de cerca en el Salón Náutico de Mónaco que tendrá lugar a finales de septiembre. Mientras tanto, se alquila en el Mediterráneo a través de la empresa de chárter de yates Cecil Wright desde 3 millones de euros a la semana.

No es el primer Kismet en surcar las aguas. Se trata de un nuevo encargo del multimillonario pakistaní-estadounidense Shahid Khan, propietario de equipos deportivos como los Jacksonville Jaguars o el Fulham FC inglés. Su predecesor, un superyate de 95 metros de mismo nombre, tuvo un coste cercano a los 150 millones de euros (calderilla para una fortuna valorada en 12.000 millones de dólares). El nuevo Kismet repite muchas de las características del original pero a lo grande, gracias a la colaboración del estudio Nuvolari Lenard en el exterior y los interiores de Reymond Langton Design.

Lujo flotante

El flamante superyate incluye muchas de las novedades que se han hecho imprescindibles en los últimos años en el sector. El exterior, con su distintiva proa, jaguar cromado incluido en el bauprés, y sus numerosos espacios al aire libre, favorece las oportunidades para la relajación y el entretenimiento. Varias piscinas y zonas cubiertas ofrecen alivio frente al sol, mientras que las líneas elegantes y la manga de 17,8 metros crean lo que el astillero describe como "volúmenes extraordinarios" dentro de un perfil elegante.

Pero el Kismet no es sólo lujo, también es una maravilla tecnológica desde su concepción hasta sus primeras pruebas de mar, que tuvieron lugar el pasado mayo frente a las costas de Kiel (Alemania). En el corazón de la embarcación se encuentra un tren motriz híbrido de última generación, que lo convierte en uno de los superyates más potentes y a la vez energéticamente eficientes del mundo. Su velocidad máxima es de 18 nudos (el equivalente a más de 33 km/h).

El proceso de construcción del yate Kismet

El compromiso con la sostenibilidad queda patente en innovaciones como un sistema de recuperación de calor en los generadores, que se utiliza para calentar el agua de las piscinas y jacuzzis. Además, un sistema de posicionamiento dinámico permite el fondeo electrónico en zonas sensibles y remotas, minimizando el impacto medioambiental.

En cuanto al interior, rivaliza con el de los hoteles más lujosos de tierra firme, aunque su estilo ecléctico fuerza en ocasiones los límites del buen gusto. La familia Khan, en colaboración con Reymond Langton Design, ha creado un espacio que redefine la opulencia marítima. Una zona de entrada diáfana de dos niveles, con una escalera adornada con extensas pantallas en las paredes, marca el tono extravagante de los interiores, que también cuentan con grandes chimeneas, decoración art déco y profusión de materiales nobles.

La parte trasera del yate Kismet Cecil Wright Omicrono

Para los entusiastas del séptimo arte, el cine Nemo de la cubierta inferior cuenta con una enorme pantalla de 150 pulgadas y una zona de asientos bajo el agua, que ofrece una experiencia visual envolvente. Esta instalación no sólo sirve para disfrutar de los estrenos más taquilleros del momento, sino que dispone de amplios ventanales para contemplar las maravillas del mundo submarino.

Comodidades inagotables

La lista de comodidades a bordo del Kismet parece inagotable. Un helipuerto facilita el acceso a los invitados VIP, mientras que un salón de belleza y un centro de wellness de 7 estrellas se ocupan de los que buscan relajación. Incluye hammam, sauna y cámara de crioterapia, además de una sala de tratamientos privada equipada con camilla de masajes, ducha en cascada y bañera de cromoterapia.

El salón principal del yate Kismet Cecil Wright Omicrono

Los entusiastas del fitness disponen de un gimnasio bien equipado y podrán desfogarse en una pista de baile de aire retro, cabina de DJ y muchos neones. Un ascensor conecta las múltiples cubiertas del yate, asegurando una fácil accesibilidad para los 12 huéspedes distribuidos en 8 camarotes y los 40 miembros de la tripulación que puede alojar.

En otras estancias, como el salón principal, destacan un piano de cola Boganyi personalizado en el centro del comedor y una estación de cocina teppanyaki. El colmo del lujo toma forma en el dúplex en el que se aloja el propietario, lucernario en el techo incluido.

La sala de cine submarina del yate Kismet Cecil Wright Omicrono

Para los que buscan aventura, el Kismet tampoco defrauda. El yate alberga una verdadera armada de juguetes acuáticos, incluyendo un bote de vela, Seabobs, scooters de mar y todo lo necesario para practicar windsurf. Quizá lo más impresionante sea la inclusión de un mini submarino, que permite a los huéspedes explorar las profundidades del océano.

La botadura del Kismet y su estreno en aguas mediterráneas previsto para agosto representa un hito importante para Lürssen, que sigue ampliando así su largo historial como responsable de algunos de los superyates más impresionantes del mundo. Embarcaciones como el Kismet sirven de auténticos laboratorios flotantes para nuevas tecnologías y conceptos de diseño, que acaban 'filtrándose' a embarcaciones más modestas e incluso acaban teniendo aplicaciones terrestres.