El verano más asfixiante ha llegado tarde este año a España, pero con intensidad. Comunidades Autónomas como Andalucía, Extremadura, Murcia o Madrid, entre otras están sufriendo altas temperaturas, algunas incluso rebasan los 40 grados. Contra este calor, el aire acondicionado se ha convertido en una necesidad para muchas casas, pero su uso intensivo implica asumir un coste importante en la factura de la luz a final de mes.
¿Comodidad o ahorro? Para encontrar el equilibrio entre estas dos opciones muchas personas recurren a la revisión de técnicas tradicionales, propuestas modernas basadas en mecanismos usados durante siglos y que no requieren de electricidad, como esta revolucionaria nevera que mantiene la cerveza fría sin consumir energía. El botijo que todavía se puede encontrar en muchos hogares de España podría ser la clave para despedirse definitivamente del aire acondicionado y sus inconvenientes.
No se trata de volver llenar la casa de estos recipientes, sino de reinventarlos como ha hecho la diseñadora israelí Yael Issacharov: se ha inspirado en la "jarrah" palestina, una vasija que podría considerarse hermana del botijo español. Esta inventora, que ahora vive en Barcelona, propone integrar el funcionamiento de estos recipientes en una especie de radiador fresco de terracota con diferentes tamaños y estilos, que no solo promete una temperatura más agradable, sino también una decoración única en casa.
Frescor por evaporación
La clave de este proyecto llamado Nave AC reside en haber modernizado un concepto tan básico como el botijo para integrarlo de nuevo en los hogares y automatizar su funcionamiento, con un mínimo consumo energético. Todo se basa en las propiedades del barro solidificado, que tiene la capacidad de aportar frescor mediante la evaporación.
Para quien no esté familiarizado con este objeto, su funcionamiento es sencillo, por algo en España se usa la expresión "ser más simple que un botijo", pero al mismo tiempo de una complejidad sorprendente. Se trata del proceso de enfriamiento evaporativo basado en el principio físico por el que cualquier líquido se evapora al absorber el calor que le rodea, reduciendo la temperatura ambiente.
Este mismo fenómeno se percibe en carne propia cuando las personas sudan y las gotas se evaporan absorbiendo el calor de la piel. Precisamente, este es el símil más cercano al botijo. Debido a la porosidad de la cerámica, este material exuda parte del agua que almacena a través de sus poros, un vapor se genera absorbiendo el calor del interior del recipiente y deja el contenido más fresco.
Así lo explicaron en 1995, Ignacio Zubizarreta y Gabriel Pinto, dos catedráticos de la Universidad Politécnica de Madrid, en un estudio donde detallaron la fórmula matemática con la que determinar el funcionamiento de este objeto clásico de la cultura española. Advertían en su investigación que este sistema es útil en zonas con un clima seco, ya que si hay mucha humedad el aire no puede absorber más agua. Otra condición es que la arcilla esté limpia, sin barnices ni pinturas. De ahí el estilo rústico y crudo del diseño de Issacharov.
Al igual que el botijo, la jarrah palestina era un objeto indispensable en la vida rural de esta región para mantener el agua potable fresca, además de refrescar estancias. Llenas de agua, las vasijas se colgaban del techo para rebajar la temperatura de las casas.
Un radiador fresco
Issacharov se inspiró en esta tradición y en el trabajo del arquitecto Hassan Fathy, quien recuperó los métodos de construcción tradicionales con adobe y barro en la arquitectura egipcia moderna. Issacharov se graduó en diseño industrial en el Instituto Tecnológico de Holon y desde hace tiempo vive en Barcelona, desde donde promociona su invento, con el que ha conseguido importantes premios como el iDesign Award en 2021.
Issacharov propone integrar este sistema en los hogares mediante tres diseños. Es posible elegir entre un radiador frío pegado a la pared, un muro completo que también sirve de tabique para separar espacios o un tótem vertical. La propuesta es modular, según sea más grande la habitación, serán necesarias más baldosas o más paredes.
Para aumentar la eficiencia del sistema ideado por Issacharov e integrar este invento en las casas modernas, cada día más automatizadas, esta diseñadora concibió su proyecto de forma similar a un radiador, conectando las baldosas de terracota con una toma de agua que mantiene lleno el circuito mientras se refresca la casa. De esta forma, es posible pausar el flujo de agua o vaciar la estructura cuando no se necesite más refrigeración.
Al enfriarse el agua dentro de la pared de terracota, se enfría la propia pared de la habitación y el espacio cercano, reduciendo la temperatura de la estancia. Si a esto se le añade un flujo constante de aire a través del intrincado diseño de reja que propone Issacharov, la eficacia puede ser mayor, aunque eso implica un mayor consumo eléctrico.
Aunque la diseñadora reconoce en una entrevista en Fast Company que la fabricación e instalación de este sistema puede ser más caro que la compra de un moderno equipo de aire acondicionado, recalca que los beneficios a largo plazo pueden ser mayores. En primer lugar, por el ahorro en el consumo de la electricidad, y en segundo lugar, por la sostenibilidad que ofrece el método de construcción tradicional que requiere esta idea.
Los radiadores frescos de esta diseñadora se fabrican en moldes de yeso mediante la tecnología de colada por barbotina que, según explica, "controla el riego del sistema, optimiza la temperatura, el uso del agua y la humedad, y evita la formación de moho".
Un mundo de terracota
Yael Issacharov no es la única que en los últimos años ha recuperado las capacidades refrescantes de la cerámica para suplantar los equipos de aire acondicionado actuales. Otros proyectos como Terra Mound también han abrazado esta idea y comprendido el valor de este diseño en la refrigeración ecológica.
Este otro proyecto también propone formas serpenteantes por las que introducir el agua y hacer fluir el aire para refrescarlo. En este caso, se inspiraron en la forma y cualidades de los termiteros para crear torres de refrigeración artísticas. Cabe señalar que el prototipo de TerraMound no es un dispositivo totalmente pasivo, ya que en su interior, concretamente en su base, utiliza un ventilador eléctrico a pilas que genera el flujo de aire necesario para crear ese efecto refrigerante, lo que aumentaría su dependencia eléctrica.