La jungla de asfalto en la que se han convertido las ciudades del siglo XXI puede ser mucho más que hormigón, vidrio y acero, los materiales más habituales en los rascacielos de todo el mundo, incluida España. Así lo demuestran prácticas arquitectónicas que apuestan por lo vegetal no sólo como opción estética, sino como compromiso medioambiental, con el fin de capturar CO2, refrigerar espacios de forma natural y ofrecer un refugio a la fauna local.
El último ejemplo de esta tendencia al alza es el Pan Pacific Orchard de Singapur, un espectacular hotel de lujo en el centro de esta ciudad-estado que, entre otros premios y reconocimientos, acaba de ser nombrado como Mejor Edificio Alto del Mundo en 2024 por el Council on Tall Buildings and Urban Habitat (CTBUH). Esta prestigiosa organización sin ánimo de lucro con sede en el Instituto de Tecnología de Illinois en Chicago (EEUU), ha elegido el rascacielos de 140,4 metros diseñado por la firma de arquitectura WOHA.
"El proyecto se aleja de los diseños convencionales de torres al esculpir grandes atrios al aire libre que no sólo reducen la huella ambiental del edificio, sino que también fomentan la interacción entre la naturaleza, la ciudad y sus numerosas y diversas comunidades", señala la CTBUH. Es uno de los mayores reconocimientos posibles para un edificio que también ha obtenido los galardones a la Excelencia en Asia, el premio Espacio Interior y el de Mejor edificio alto en la categoría entre los 100 y los 199 metros.
Una playa al exterior
"Con un suelo limitado, Singapur sólo puede urbanizarse y densificarse hacia arriba, buscando al mismo tiempo la coexistencia con la naturaleza". Ese fue uno de los puntos de partida de los responsables de WOHA, Mumm Sum Wong y Hong Wei Phua, a la hora de proyectar el Pan Pacific Orchard tras el derribo del anterior hotel de mismo nombre, limitado por sus escasas habitaciones en la calle comercial más importante y transitada de Singapur.
El resultado, finalizada su construcción en junio de 2023, es un bloque rectangular, con un peculiar exterior geométrico en forma de eses y horadado como un queso suizo, dividido en 35 plantas y 347 habitaciones. Lo más llamativo es sin duda su fachada, con cuatro gigantescos atrios o terrazas al aire libre. Cada una de ellas es temática, con espacios inspirados en varios paisajes de Singapur. En total son 12.000 metros cuadrados (de los 20.000 que tiene el edificio completo), capaces de "transportar a los huéspedes al bosque, a la playa, a los jardines y a las nubes".
Estos atrios, con diferente orientación y conectados por núcleos verdes de 9,5 metros de diámetro en cada esquina a modo de enormes columnas, conforman un exterior ajardinado dividido en capas y ambientes, que proporciona sombra y refresca los espacios exteriores pero deja pasar la luz. Por ejemplo Forest Terrace "ofrece a los huéspedes un respiro inmediato del ajetreo de Orchard en un bosque tridimensional con una miríada de especies de plantas tropicales alrededor de una cascada escalonada y un estanque ajardinado", según la descripción de sus creadores.
Por su parte, Beach Terrace se configura como un oasis tropical, con una laguna de aguas turquesas, una playa de arena y dunas entre palmeras y otras especies vegetales costeras. Garden Terrace, donde se encuentran el bar, un cenador y el salón principal del hotel, tiene una zona de césped y está rodeada de parterres y estanques, que hacen las veces de espejos de agua y refrescan el entorno. Por último, la Cloud Terrace, es el lugar perfecto para celebrar todo tipo de eventos al aire libre, coronado por un techo de espejos perforados.
Las habitaciones correspondientes a cada uno de estos atrios disponen de su propia paleta de colores y materiales, un reflejo del tema que caracteriza las respectivas terrazas. Una conexión entre espacio interior y exterior que en este caso tiene una proporción muy poco habitual en este tipo de edificios.
El edificio tiene su propio "clima tropical semiexterior", que "reduce la dependencia de los sistemas de refrigeración mecánica, mientras que su proporción de superficie exterior del 45% frente al 55% de superficie interior optimiza la eficiencia energética", indican desde el CTBUH. "Estas características se ajustan a los objetivos de sostenibilidad más amplios de Singapur y reflejan el impulso mundial para reducir el impacto ambiental de los entornos urbanos densos".
Más allá del jardín
El Pan Pacific Orchard no sólo quiere convertirse en una referencia gracias a su imponente aspecto, sino también por su decidida apuesta por la sostenibilidad, clave en un país que ha apostado por llevar un paso más allá el concepto clásico de ciudad-jardín.
Así, los sistemas de energía, agua y residuos del edificio están completamente integrados entre sí. Por ejemplo, el agua de lluvia se reaprovecha para regar las zonas verdes de forma automática, mientras un sistema biodigestor se encarga de convertir los residuos orgánicos en energía. Por su parte, los 360 paneles fotovoltaicos de la cubierta superior cubren buena parte de las necesidades energéticas del edificio, con una generación prevista de 212 MWh al año.
Como el clima de Singapur se caracteriza por su aire cálido y húmedo y una baja velocidad del viento, en zonas estratégicas de cada uno de los atrios se sitúan unos enormes ventiladores de bajo consumo que reducen la necesidad de aire acondicionado. A eso contribuye también la ventilación cruzada y el autosombreado de las terrazas que, junto con la vegetación y las distintas masas de agua, ayudan a bajar la temperatura y a combatir el efecto isla de calor.
El rascacielos se ha convertido en poco más de un año en todo un oasis de biodiversidad. Sólo un mes después de la inauguración del edificio, ya había 23 especies diferentes de animales habitando las zonas verdes del hotel. El objetivo es que se convierta en un ecosistema urbano más parecido a un bosque que a un edificio.
De hecho, según datos aportados por los arquitectos detrás de su diseño, el Pan Pacific Orchard "proporciona el 30% de la filtración de aire, el 36% de la eliminación de nitrógeno del aire, el 42% de la eliminación de partículas del aire, el 32% de la regulación de la temperatura del aire y el 10% de la absorción de carbono, en comparación con un bosque virgen en el mismo lugar".
Así, este edificio se postula como uno de los mejores ejemplos de arquitectura conectada con la naturaleza, con una proporción de parcelas verdes superior al 300 por ciento y un especial cuidado a la hora de ahorrar energía sin renunciar al ambiente más cómodo y agradable para sus huéspedes.