Los primeros rascacielos empezaron a elevarse para definir el skyline de las grandes ciudades estadounidenses a finales del siglo XIX. Por aquel entonces, los edificios de más de 10 plantas o 50 metros de altura recibían ese apelativo, algo que ha ido cambiando con el paso del tiempo en todo el mundo, España incluida, a medida que arquitectos y constructores conquistaban los dominios que hasta entonces pertenecían a nubes, pájaros y aviones. Los últimos ejemplos dan buena fe de ello, como el hotel premiado como el mejor rascacielos del mundo, que tiene hasta una playa artificial en la fachada.
Si hay un país en el que lidera esta revolución vertical, ese es China. Shenzhen, el gran polo tecnológico del gigante asiático, es la segunda ciudad del mundo con más rascacielos (sólo por detrás de Hong Kong), y su último 'ejemplar' es un coloso de 270 metros y 53 plantas en el distrito de Qianhai. La primera piedra de esta torre que será la sede mundial de la empresa China International Marine Containers Group (CIMC) ya está puesta, y el proyecto corre a cargo del prestigioso estudio de ingeniería y arquitectura Skidmore, Owings & Merrill (SOM).
La firma estadounidense ha sido la ganadora de un concurso internacional de diseño, con el que CIMC quería apostar por la sostenibilidad. El edificio "combina la funcionalidad de un campus corporativo de alto rendimiento con la belleza natural del paisaje de Shenzhen, creando un desarrollo vertical de uso mixto que integra espacios de oficinas de clase A, locales comerciales e instalaciones para conferencias con capacidad para más de 60.000 empleados", según un comunicado de prensa de la propia SOM. Eso supone un aforo mayor que el de estadios de fútbol de Primera División como el Olímpico de Montjuic, Mestalla en Valencia o San Mamés en Bilbao.
La ciudad de los rascacielos
Shenzhen, también conocida como 'la Silicon Valley de China', ha pasado de ser una pequeña ciudad de menos de 30.000 habitantes en 1980 a una megalópolis donde residen más de 17 millones de personas en la actualidad.
Su crecimiento exponencial se ha apoyado en la construcción edificios en altura como el Ping An Finance Center (599 metros de altura) o el Kingkey 100 (427 metros), a los que muy pronto se unirá la sede central de CIMC, empresa especializada en la fabricación de equipos y vehículos de transporte.
Lo que más llama la atención a priori del diseño de SOM es su gran terraza abierta en los pisos intermedios, con la parte superior del edificio aparentemente 'flotando' sobre ella. Los nuevos materiales y técnicas de construcción hacen posible esta insólita maravilla de la ingeniería, inspirada "en los paisajes montañosos representados en los pergaminos chinos tradicionales".
En la parte inferior del edificio se sitúan tres zonas de ocio, a las que se accede a través de un amplio vestíbulo central tallado en el núcleo de la construcción. La constante, que pretende reflejar la vegetación tropical presente en el trazado urbano de Shenzhen, es el verde que destaca en zonas como el jardín de la azotea, con vistas panorámicas de la bahía de Qianhai.
Distribuidos por las diferentes plantas, también encontramos "senderos naturales serpenteantes, terrazas al aire libre y exuberantes espacios verdes", para demostrar que el vidrio, el acero y el hormigón no están reñidos con las especies vegetales.
Es una constante cada vez más habitual en este tipo de construcciones y en la llamada arquitectura bioclimática, que busca aprovechar los recursos disponibles en cada lugar para disminuir el impacto ambiental de este tipo de edificios.
Edificio inteligente
La planta baja cuenta con un podio escalonado y un atrio con iluminación natural desde el que se puede acceder a los restaurantes y comercios disponibles a pie de calle. El edificio estará conectado con la red de metro en la planta -1 para facilitar el acceso al transporte público. De ahí partirán varias pasarelas ajardinadas y escaleras que conducirán hasta el nivel del puente del segundo piso, desde donde se podrá contemplar una gran panorámica de la ciudad.
Más allá de las decisiones estéticas, el compromiso de SOM y CIMC con la sostenibilidad se manifiesta en la eficiencia de sus instalaciones y en integrar "la tecnología de fabricación más avanzada". Eso se traduce en equipos y sistemas constructivos que optimizan el ahorro energético y reducen al máximo la emisión de CO2, con soluciones como la detección inteligente de la luz diurna o la integración de paneles fotovoltaicos tanto en la cubierta como en la fachada.
El objetivo detrás de este empeño es tremendamente ambicioso: obtener las certificaciones de sostenibilidad más elevadas otorgadas por organismos internacionales independientes, como LEED, WELL Platino o Edificio Verde de Tres Estrellas. En esa tarea contribuirán decisivamente materiales de última generación y sistemas de refrigeración ultraeficientes, adaptados a las altas temperaturas de la ciudad y a sus altos niveles de humedad.
Con la colaboración del estudio de arquitectura local Zhubo, desde SOM plantean aprovechar el solar de 6.074 metros cuadrados para erigir esta mole con una superficie construida de más de 11.300 metros cuadrados. Cuando esté terminado, allá por 2029, el icónico perfil ajardinado de este singular edificio se sumará al de los más de 500 rascacielos de Shenzhen.