El cambio climático sigue al acecho, sembrando el caos como ha demostrado en España la reciente tragedia de la DANA en Valencia, y una de las pruebas más incuestionables de sus consecuencias es el rápido deshielo del Océano Ártico. A pesar del daño que causan las emisiones directas de CO2 y otros residuos contaminantes procedentes de los barcos, la cantidad de viajeros que se embarcan en cruceros para visitar la Antártida llegó a los 122.000 el año pasado. Para combatir el deterioro medioambiental, distintas compañías trabajan en la construcción de embarcaciones con emisiones prácticamente nulas, que pretenden aprovechar tanto la energía eólica como la solar.
El último en llegar a esta tendencia al alza es la empresa francesa Selar, que está poniendo a punto su primer barco, Captain Arctic, para ofrecer expediciones polares libres de emisiones en un 90% y con numerosos avances tecnológicos para aproximarse a los residuos cero. El buque de 70 metros de eslora, aún en fase de construcción en el CNOI (Chantier Naval de l'Ocean Indien) de Mauricio, sorprende por sus cinco velas retráctiles con forma de ala de avión y repletas de placas solares.
"Llevo 10 años navegando por el Ártico y, a pesar del lujo de los cruceros anteriores, faltaba algo", explica Sophie Galvagnon, que a los 26 años se convirtió en la mujer más joven al mando de un buque de expedición polar y es la fundadora y CEO de Selar, en la web de la compañía. "Sólo con la tripulación, nos aventurábamos fuera de los caminos trillados, pero con pasajeros, seguíamos itinerarios establecidos y nos perdíamos la esencia del viaje. Imaginé algo diferente: expediciones en veleros más pequeños y autónomos, dirigidos por una tripulación apasionada dispuesta a compartir su amor por el Ártico. Nada de rutas fijas, sino auténtica exploración".
Un barco diferente
Captain Arctic se suma a la carrera internacional por lanzar los primeros cruceros con cero emisiones, con proyectos como el Sea Zero o el Swap2Zero, en los que participan empresas multinacionales como Hurtigruten o Ponant, respectivamente. Sin embargo, su horizonte está puesto en 2030 y en embarcaciones para cientos de pasajeros. En cambio, el proyecto de Selar y su barco apuestan por otro tipo de experiencias en sus primeros trayectos en Groenlandia, Noruega y el archipiélago de Svalvard: sin rutas fijas, adaptados a las condiciones climatológicas y mucho más respetuosos con el entorno.
Lo más novedoso de esta embarcación son las velas de 35 metros de altura que "pueden recogerse como una navaja suiza cuando sea necesario", ya sea por la ausencia o el exceso de viento o si el barco debe pasar bajo un puente. Están fabricadas en aluminio, por lo que son rígidas, pueden girar hasta 180 grados y están cubiertas con 2.000 metros cuadrados de placas solares.
"Debido al clima, necesitábamos diseñar velas que fueran robustas pero también sencillas de manejar, porque el tiempo puede cambiar rápidamente y tenemos que ser capaces de reaccionar con rapidez", explica Galvagnon en Robb Report. "También necesitábamos aprovechar la energía del sol, sobre todo durante los seis meses en que está fuera las 24 horas del día".
Así, el 90% del tiempo el barco depende del viento y de la energía solar utilizada directamente para propulsarlo a baja velocidad o para almacenarla en grandes bancos de baterías. Así se mueven los dos ejes de hélice que actúan como turbinas hidráulicas. En caso de que sea necesario, de la propulsión se encargarán dos motores de reserva que funcionan con un biocombustible fabricado a partir de aceite vegetal (HVO).
Captain Arctic está diseñado por la propia Galvagnon y un arquitecto naval, que se inspiraron en los históricos buques de exploración que han surcado esas aguas desde el siglo XIX. Cuenta con una quilla retráctil y lastres de agua para ganar estabilidad, y se escora con un ángulo máximo de tres grados. También está preparado para las extremas condiciones del Ártico: puede soportar hasta 44 toneladas de hielo adherido a las velas.
El barco, con capacidad para 36 pasajeros distribuidos en 19 camarotes y 24 personas como tripulación, tendrá un sistema de producción autónoma de agua gracias a una desaladora portátil de ósmosis inversa. De la calefacción, todo un desafío en regiones polares, se encargará una caldera de pellets de residuos de madera reciclados.
En cuanto a los residuos, varios sistemas especializados a bordo buscan garantizar un impacto mínimo en el entorno. Entre ellos destacan un 'digestor' de alimentos orgánicos y un tanque de tratamiento que transforma las aguas negras y grises en agua potable.
Interior minimalista
A diferencia de otros cruceros y embarcaciones de lujo, que optan por la ostentación, los interiores del Captain Arctic apuestan por el minimalismo, una decoración nórdica cálida y acogedora que cede todo el protagonismo a los materiales sostenibles. En todo caso, no se renuncia a las comodidades, ya sea un restaurante, una biblioteca o una sauna ecológica con grandes ventanales para contemplar los fiordos de Noruega o los casquetes polares.
Para complementar las expediciones y llevarlas al terreno de la aventura, la embarcación también estará equipada con zodiacs, kayaks, remos, esquís, raquetas de nieve, equipo de buceo y hasta un laboratorio científico. Todo está pensado para "prescindir de itinerarios establecidos y experiencias estándar masivas" y ofrecer "un mayor respeto de la biodiversidad".
El viaje inaugural, que será capitaneado por la propia Galvagnon, está previsto para noviembre de 2026 y ofrecerá la oportunidad de bucear con orcas en Noruega, con reservas desde los 780 euros. De confirmarse la botadura y disponibilidad del barco, sería un hito en la industria naval, y abriría el camino a una progresiva descarbonización de los cruceros y embarcaciones de recreo.