Del ‘fango’ con X a encadenar hitos con SpaceX pasando por su alianza con Donald Trump: el agitado año de Elon Musk
- El magnate ha sido uno de los personajes del año con su errático comportamiento al frente de la red social y sus logros tecnológicos.
- Más información: Así es cómo Elon Musk ha convertido X en una red social "tóxica" de la que están huyendo cientos de miles de usuarios
Se suele decir, con escasa base científica, que un año en la vida de un perro equivale a 7 años humanos. De momento no hay datos sobre la posible ascendencia canina de Elon Musk, pero sí se puede estimar que cada año en la vida de la persona más rica del mundo vale por una década del resto de los mortales. Resumir los últimos 365 días del dueño de Twitter (ahora X) no es sencillo, pero sí imprescindible: es el hombre del momento, omnipresente hasta la náusea, con un ojo puesto en su feed de X y otro fijo en sus negocios. Y, pese al ruido, la furia y la ketamina que rodean su figura, no le va mal: su patrimonio neto a día de hoy supera los 361.500 millones de dólares, según Forbes, con un crecimiento del 34% con respecto al año pasado.
Entre otros logros, en 2024 Musk se las ha apañado para convertir su red social en un pozo sin fondo de odio e infamia, un paraíso para los bulos, el acoso y las estafas, mientras susurraba al oído de Donald Trump y financiaba su campaña electoral. Una vez que los republicanos han ganado las elecciones de EEUU, el milmillonario se frota las manos al frente del recién creado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), con el que pretende aplicar la motosierra de su amigo Milei para acabar con los que considera gastos superfluos y redundantes de la administración estadounidense. Probablemente, un nuevo y definitivo trampolín para sus lucrativos negocios, ya que su vocabulario no incluye las palabras "conflicto de intereses".
Sin embargo, el magnate de origen sudafricano es mucho más que un tuitero compulsivo con veleidades políticas, y sus negocios van más allá de su tóxica red social. Una de sus fuentes principales de ingresos sigue siendo Tesla, que este año ha sumado a sus coches superventas el esperado robotaxi y el robot humanoide Optimus, cada vez más preparado para empezar a sustituir a mano de obra humana (como los 14.000 trabajadores que ha despedido de sus fábricas). Sin embargo, con la compañía con la que Musk quiere alcanzar las estrellas —y, de paso, garantizar la continuidad de la raza humana— es SpaceX que, además de proseguir con el despliegue de la constelación de satélites Starlink, ha dado un paso de gigante con los lanzamientos de prueba del gigantesco cohete Starship y con el éxito de misiones como Polaris Dawn, la primera caminata espacial de civiles de la historia.
La red social más tóxica
El tuitero en jefe ha dedicado este año a seguir adelante con sus planes de demoler lo que alguna vez fue Twitter para convertir X en una superapp. Eso ha significado implementar todo tipo de nuevas funciones, pero también modificar el algoritmo para que sus tuits tengan más interacciones y luchar contra lo que él llama "el virus woke". La red social es su juguete y, si sus usuarios no están dispuestos a aceptar pulpo como animal de compañía, Musk está más que decidido a llevárselo a lo más profundo de los siete círculos del infierno.
Para empezar bien el año, en enero X suspendió temporalmente las cuentas de varios periodistas, comentaristas y podcasters críticos con el tipo que pagó 44.000 millones de dólares para hacerse con la compañía en 2022, cuya valoración de mercado ha caído hasta un 79% a lo largo de 2024. Ante el revuelo causado, los perfiles se restablecieron en cuestión de días, pero el daño ya estaba hecho. Musk se presenta a sí mismo como un absolutista de la libertad de expresión, pero cuando alguien expresa algo que no concuerda con sus ideas o supone una crítica hacia su persona, ya no lo tiene tan claro.
Éste también ha sido el año en el que más se ha notado la casi total ausencia de moderación de contenidos en la plataforma, que se ha saldado con infinidad de noticias falsas, acoso a determinados perfiles y miles de películas y obras con copyright compartidas sin ningún tipo de restricción, especialmente el contenido para adultos. El porno es bienvenido en X, hasta el punto de convertirse en rival para Only Fans. Y no sólo en su versión con actores y actrices profesionales o amateurs, sino también a través de deepfakes de personalidades como Taylor Swift, que estuvieron disponibles durante semanas sin que nadie pusiera freno.
Los swifters no han sido sus únicos enemigos declarados este año. El más vilipendiado ha sido un juez brasileño que prohibió la actividad de la red social en Brasil por obstrucción a la justicia hasta que X no nombrara un representante legal en el país. Muchos insultos, memes y quejas después, Musk tuvo que ceder, aunque de vez en cuando sigue acordándose del juez Alexandre de Moraes. Sam Altman, antiguo compañero de Musk en la junta de OpenAI, también se ha llevado lo suyo, incluida una denuncia ante los tribunales por su alianza con Microsoft y por no "beneficiar a la humanidad".
Uno de los cambios más polémicos implementados en X tiene que ver con cómo funcionan los 'Me gusta' y los bloqueos. Desde principios del verano pasado, no se puede ver quién ha pulsado el botón en un post, en teoría para proteger la privacidad de los usuarios. Según Hodei Wang, director de ingeniería de X, es una medida para que estos no "se sientan desalentados" al pulsar 'me gusta' en "publicaciones atrevidas". Según una de las teorías con más peso que circulan por internet, este cambio podría tener que ver con las aficiones del propio Musk, fan confeso del hentai, el anime porno japonés.
En cuanto a los bloqueos, la medida es aún más chocante e incomprensible, y abre las puertas al acoso. El botón ya no cumple su función original, ya que los usuarios que habías bloqueado hasta ahora pueden volver a ver lo que has publicado y lo único que se impide son las interacciones. Siendo una de las personalidades más polémicas e hiperactivas de la plataforma, uno de los máximos beneficiarios de esta medida es el propio Elon Musk, que ya no tendrá que usar cuentas alternativas o acceso exclusivo para ver el contenido de cuentas que le han bloqueado.
Son razones de peso para buscar alternativas como Blue Sky, Mastodon o Threads, plataformas que están recibiendo un aluvión de nuevos usuarios. La mayoría huyen despavoridos ante estos cambios y un algoritmo cada vez más escorado hacia la derecha. Desde las elecciones estadounidenses, la gran migración entre X y Blue Sky es cada vez más pronunciada, con millones de perfiles cambiando de acera para volver al 'Twitter de siempre'. No es que la red social fuera un remanso de paz en el pasado, pero por lo menos cumplía unos mínimos estándares de moderación y la pestaña 'Para ti' no era el perfecto altavoz de conspiraciones y estafas con el rostro de Sobera, Broncano o Cristina Pedroche.
A lo largo de todo el año, la estrategia más evidente del caos que ha traído Musk a X pasa por sustituir a los medios tradicionales. "Vosotros sois los medios", ha dicho una y otra vez a sus seguidores tras la victoria de Trump, resaltando la caída de audiencias de periódicos y televisiones convencionales con estadísticas trucadas y fuentes de dudosa fiabilidad.
El magnate ha compartido cientos de bulos y noticias falsas en su perfil (con más de 200 millones de seguidores) como un vídeo fake de Kamala Harris o la loca historia de los inmigrantes haitianos comiéndose a perros y gatos en Springfield, además de despreciar con profusión la labor de periodistas y medios. La cosa ha llegado hasta el punto de que cabeceras históricas como The Guardian han decidido finalizar su actividad en la red social. El supuesto apoyo al periodismo ciudadano en X se centra en las Notas de la Comunidad, pero en la práctica su aportación es insuficiente y no cuenta con mecanismos de verificación independientes.
Para aderezarlo todo, 2024 también ha sido el año en que Elon Musk ha impulsado Grok, su propia inteligencia artificial para competir con ChatGPT o Gemini. El último modelo, Grok-2, acaba de aterrizar en España y permite, entre otras cosas, generar imágenes sin censura aparente. Por eso en las últimas semanas X se ha llenado recreaciones hiperrealistas de políticos, deportistas y famosos en las situaciones más comprometidas, a diferencia de la mayoría de aplicaciones similares, que suelen bloquear ese tipo de creaciones para evitar abusos y posibles problemas legales. Todo sea por el meme.
Implantes cerebrales y robots humanoides
La otra cara de Musk, el Dr. Jeckyll que todavía se esconde tras Mr. Hyde, tiene que ver con sus otras empresas, en las que ha aplicado la economía a escala desde el primer minuto y que hoy son una referencia indiscutible en el sector automovilístico y aeroespacial. Eso sí, todos sus avances siguen envueltos en ese estilo bravucón y megalómano que le caracteriza desde sus inicios y del que parece no poder -ni querer- escapar.
Su implante cerebral Telepathy, creado por Neuralink para restaurar algunas funciones cerebrales dañadas tras un infarto o una esclerosis lateral amiotrófica (ELA), está dando sus primeros frutos. Según la empresa, dos pacientes con parálisis ya lo han integrado en sus vidas cotidianas y lo usan para controlar el móvil o jugar a videojuegos, aunque la travesía no ha estado exenta de reveses.
El dispositivo implantado en el primer sujeto humano, Noland Arbaugh, tuvo problemas cuando algunos de los hilos con electrodos que se asientan en el tejido cerebral comenzaron a retraerse, lo que provocó que el implante no funcionara correctamente. Mientras los neurólogos criticaban a Musk por "crear expectación con su amarillismo", su compañía ha sigue siendo investigada por sus experimentos con animales. Minucias para el magnate, que ya prepara avances como la posibilidad de controlar un brazo robótico y un segundo chip, llamado Blindsight, para devolver la vista los ciegos.
En cuanto a Tesla, más allá del éxito de ventas de sus coches y los destellos del anguloso Cybertruck, la noticia del 2024 tiene que ver con la presentación de su esperadísimo robotaxi, un coche de dos plazas sin volantes ni pedales completamente autónomo. En el escenario de la presentación, Musk empezó con su habitual retahíla de promesas y alardes: lanzará la conducción totalmente autónoma en Texas y California el próximo año y empezará a producir el robotaxi antes de 2027, con un precio inferior a los 30.000 dólares.
Pero la estrella de la presentación no fueron tanto los vehículos como los robots Optimus. Los robots humanoides que según Elon "sacarán a pasear a tu perro, cortarán el césped y enseñarán a tus hijos" estuvieron presentes en el evento, bailando y sirviendo bebidas en la barra. Todo muy futurista, salvo por un pequeño detalle: los androides estaban siendo teleoperados por humanos a distancia, lo que deja en entredicho algunos de sus avances.
Por eso, entre otras cosas, Musk busca voluntarios para capturar sus movimientos y entrenar a Optimus, que ha protagonizado varios vídeos en los que supuestamente se le ve realizando tareas de forma autónoma en las fábricas de Tesla. La competencia es cada vez más feroz en el sector, tanto en EEUU como en China, y por eso desde Tesla trabajan en mejorar sus prestaciones con una nueva mano más precisa o con sensores neuronales que les permiten caminar por terreno inestable.
Hasta el infinito y más allá
Más allá de implantes cerebrales, coches autónomos y robots, la verdadera niña bonita del multimillonario es SpaceX, que sigue pulverizando récords. Aunque no ha cumplido la previsión inicial de realizar 144 lanzamientos de cohetes, uno cada dos días y medio, a estas alturas del año probablemente llegue a los 136 lanzamientos. Es una auténtica barbaridad, una meta inalcanzable para ningún otro competidor, a años luz de la capacidad de reutilización y la fiabilidad demostrada por los cohetes Falcon 9.
Su 'hermano mayor', el Super Heavy que propulsa la gigantesca Starship, es la pieza clave en los planes de futuro de SpaceX, ya que permitiría establecer colonias permanentes en la Luna y en Marte. En los tres lanzamientos de prueba de la nave que han tenido lugar durante 2024, los ingenieros a las órdenes de Musk han ido añadiendo nuevas piezas, tareas y complejidades.
Tras llegar a la órbita terrestre por primera vez y quemar los motores Raptor en el espacio en el tercer lanzamiento, el cuarto fue un rotundo éxito, con las dos etapas regresando a la Tierra y abriendo la puerta a su reutilización, lo que acortará los tiempos entre misiones y permitirá ahorrar muchos millones de dólares. El quinto despegue permitió ver en acción el sistema de recuperación Mechazilla, formado por dos brazos mecánicos que capturaron el cohete Super Heavy en plena maniobra de aproximación y mientras todavía estaba en el aire.
El otro gran hito de SpaceX en 2024, además de rescatar con la cápsula Crew Dragon a los astronautas atrapados en la ISS tras el fiasco del Starliner de Boeing, tiene que ver con el cada vez más pujante turismo espacial. La misión Polaris Dawn, comandada por el multimillonario Jared Isaacman fue otro rotundo éxito, llegando a los 1.408,1 km, el punto más lejano que ha estado una nave tripulada desde 1972.
"En casa tenemos mucho trabajo por hacer, pero desde aquí la Tierra parece un mundo perfecto", dijo Isaacman para la posteridad con la mitad del cuerpo fuera de la escotilla. Dicho y hecho. Aparte de apuntarse ese papel pionero, ha sido 'recomendado' por el propio Musk para que Donald Trump lo nomine como próximo administrador de la NASA, nada menos.
Todo apunta a que esa decisión implicará una mayor dependencia de la agencia estadounidense de los cohetes y cápsulas de SpaceX en programas como Artemis. Su nuevo puesto en la administración Trump al frente de DOGE también puede ayudarle a resolver ciertos problemas regulatorios con autoridades como la FAA, preocupada por la seguridad de la población y la contaminación del entorno de Starbase, el centro de lanzamiento de Starship en Texas.
Para terminar el año en clave triunfal, el magnate ha aprovechado algunas de sus últimas apariciones públicas para realizar algunas de sus ya célebres predicciones, a medio camino entre el optimismo patológico y el convencimiento absoluto de un mesías del tecnopopulismo. Si sus planes no se tuercen, está convencido de que dentro de dos años se enviarán las primeras naves sin tripulación a Marte, y en 2028 serán los primeros viajes tripulados. ¿Un plan sin fisuras o una boutade más para añadir a su larga lista de fanfarronadas? Con Elon Musk nunca se sabe.