Mucho se habla y se escribe sobre el tan ansiado y temido fin del bipartidismo. Cuando Mariano José de Larra se pegó el tiro, no se sabe hasta qué punto por Dolores o por España, hubo quien quiso amenguar ese desdencillo que el suicidio pasional suscita cuando lo acomete gente ilustrada, no directamente perseguida por los nazis ni por Cristóbal Montoro, al grito de: "El amor mata, aunque no mate a todo el mundo". Pues el bipartidismo, lo mismo: mata, pero no a todo el mundo. A algunos lleva años engordándoles como capones.
Pienso por ejemplo en las hordas de periodistas a sueldo del PP o del PSOE o ni siquiera eso. Recuerdo de mi etapa barcelonesa cómo los informadores de Madrid que de repente aparecían (la comarca nos visita…) salían ojipláticos por nuestra supuesta abyección, la de los periodistas catalanes, ante el genio y figura de Jordi Pujol. Vamos, que no se oía volar una mosca en sus ruedas de prensa. Ni en sus redacciones de periódico.
Los había que estaban efectivamente comprados, los había que estaban sinceramente acojonados pero los más, lo juro, estábamos como… ¿pasmados? Aunque hay que decir que luego te ibas a Madrid y flipabas: aquí (entendiendo por aquí donde estamos siempre yo y la acción) la gente era menos formalmente mansa, más lenguaraz. En cambio les daba cero vergüenza alinearse con la hinchada política de turno.
Recuerdo una conferencia de prensa donde una compañera preguntó al portavoz socialista "qué le parece que en Moncloa hayan revelado hoy las identidades y puesto deliberadamente en peligro las vidas de los escoltas del vicepresidente del Gobierno". Eran los tiempos de MAR, fragoroso él y dadísimo a meter la pata. Repartió entre la prensa unas carpetillas donde se les olvidó tachar con rombos negros, como pezones en Irán, pues eso, los nombres y DNI de los escoltas. Y yo que le pregunto cándidamente a la compañera: "Oye, ¿y a ti no te parece que se les ha colado, que ha sido sin querer?". Respuesta de ella: "Seguro, pero si les hubiese pasado a los nuestros, ellos harían lo mismo". Es la lección de periodismo independiente más contundente que he recibido jamás.
No está mal que un periodista tenga ideas. Incluso ideología, si me apuras y si no hay más remedio: Bob Woodward era republicano fervoroso y eso no le impidió investigar el Watergate hasta la hez. Pero en este país, el nuestro, el biperiodismo ha hecho y hace más daño que el mismo bipartidismo. Ha sido su brazo secular, armado, incorrupto. Su Ku Klux Klan. Su Suprema.
Hace falta una nueva generación, mental e incluso física, limpia de polvo, paja y compromisos adquiridos. Da igual que sean nuevos y hasta que se equivoquen. Lo que no tiene precio es que se empeñen en acertar.