Dice María Acaso, profesora de la facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, que el conocimiento se produce hoy en día en Wikipedia y las redes sociales. Y para ejemplificarlo, le habla a sus estudiantes del color rojo tecleando Drácula en Google en vez de "aburrirlos con un Power Point". Y la periodista de El País que entrevista a Acaso, fascinada como si acabara de descubrir internet en 2015.
El reportaje es para enmarcar. La atmósfera de la facultad de Bellas Artes es "anárquica y en nada se parece a otras estancias universitarias" cuyos muebles son "de color verde ministerio". En el aula 116 B, la de Acaso, se está llevando a cabo una "micro revolución" gracias a la llamada "metodología disruptiva". En ese aula, las mesas están colocadas "con las patas hacia arriba", el conocimiento "no es unidireccional" y los temarios "se amplían con la suma del conocimiento de todos los presentes". Uno de los estudiantes dice no querer "reproducir un sistema" que siempre ha odiado.
Cuando la clase acaba, Acaso pone las mesas del derecho y se lleva los trastos en un carrito. Al salir del aula, un hombre (tenía que ser un hombre) le lanza una "mirada de desaprobación". Igual pertenece al personal de limpieza, esos analfabetos en teorías pedagógicas de vanguardia pero catedráticos en basura.
Los resultados de Acaso son espectaculares: el 50% de sus alumnos asegura haber tenido "una experiencia transformadora". Habría que preguntarle a esos estudiantes qué eran antes y qué son ahora. Para saber si vale la pena la transformación, digo. La sospecha es que no: según Acaso, el 90% de esos estudiantes acabarán trabajando de profesores.
En algo hay que darle la razón a Acaso: la universidad española está desconectada "del mundo real". Lo demuestra el hecho de que en ella aún anden dándole vueltas a las teorías pedagógicas del conocimiento horizontal, que ya daban grima en 1965, cuando la ciencia hace años que habla del gusto por las artes como de un rasgo evolutivo modelado por la selección natural. Es decir del arte como objeto de estudio científico y no humanístico. Porque no existen las disciplinas de letras y las de ciencias: solo existen áreas del conocimiento humano ancladas en la superstición, por un lado, y la ciencia y la técnica, por el otro.
Los estudiantes de María Acaso deberían teclear "el instinto del arte Denis Dutton" en Google. Para disrupción, la de ese libro. Igual de esta manera alguno logra romper su destino sellado como profesor reproductor de las vetustas teorías pedagógicas de sus abuelos.