Mi abuela me contaba que hace muchos años el pescado azul era un veneno. Quien podía se alimentaba de pescado blanco, mucho más caro, y la gente modesta -como ella- seguía comiendo sardinas con la sensación de estar acortando el camino a la muerte. Cuando alguien reconoció el error y aclaró que el pescado azul no sólo no era malo, sino que es estupendo, ya mi abuela se había acostumbrado a comer la caballa con un difuso sentimiento de culpa, como si estuviese violando la ley seca.
Las listas de alimentos nocivos son más viejas que la orilla del mar: el aceite de oliva fue peligroso en otro tiempo, y también los frutos secos, y los huevos, y había gente que quitaba la grasa al jamón ibérico por aquello del colesterol. Muchas de las leyendas negras de la alimentación resultan ser cosa de modas.
Generaciones enteras de críos vivieron traumatizados por las excelencias de las repugnantes espinacas de la infancia, cuando al parecer un plato de lentejas con chorizo tiene el mismo hierro que las espinacas hervidas con las que nuestras madres, que nos querían mucho, nos torturaban una vez por semana para que creciésemos fuertes.
Cuando yo era pequeña se hacían campañas para que echásemos azúcar a todo, cuando ahora juran que es la fuente de todos nuestros males. Hubo un tiempo en el que el pan tostado no engordaba, y se insistía a los viejecitos para que tomasen un vaso de leche antes de irse a dormir. Pasaron años hasta que alguien advirtió que un pelotazo de proteínas al meterse en la cama augura una noche de aúpa.
El último hallazgo alimentario es la declaración de la OMS sobre las hamburguesas, que resulta que son malísimas y no se debe abusar de ellas. Que si hay que comer carne, mejor comprar solomillo. Gracias por avisar ¿eh? Si no me lo dicen, jamás se me habría ocurrido creer que es preferible un chuletón de ternera gallega a una salchicha.
Pero vamos a ver ¿de verdad necesitábamos que viniese la OMS a advertirnos de que un montado de bacon no es lo más saludable? ¿Alguien pensaba que un producto del McDonalds sienta mejor que un tomate crudo? Yo sabía perfectamente lo que hacía cuando me atizaba un bocata de panceta, y ustedes también, así que no disimulen.
Lo que no perdonamos a la OMS es que nos haya mandado de bruces contra nuestra inconsciencia. De todas formas, no descartemos que dentro de un par de lustros alguien averigüe que los donuts son sanísimos y hayamos estado haciendo el primo comiendo tofu.