Para el presidente Rajoy debió de ser una cabronada verse de pronto con el Juan de Mairena en las manos. Él se había mentalizado para recibir a Pablo Iglesias, no para recibir un libro. Por su culpa empezó la reunión con el pie cambiado. No sé si alguien en Moncloa tuvo tiempo de decirle que no se preocupara, que ese en concreto tampoco se lo había leído Pablo Iglesias. Cero a cero.
Como dice mi amigo Manuel Toscano, filósofo moral, el Mairena lo carga el diablo. Así sucede con toda obra que haya escrito no un ideólogo, sino un librepensador. El año pasado, a propósito de otro intento de apropiación de Antonio Machado por la Junta de Andalucía, Fray Josepho recordó el pasaje del Mairena contra los regionalismos, que ha circulado estos días por Twitter (charca de la que, como dice otro amigo malévolo, Ignacio Jáuregui, la ha pescado Arcadi Espada): "De aquellos que se dicen ser gallegos, catalanes, vascos, extremeños, castellanos, etc., antes que españoles, desconfiad siempre. Suelen ser españoles incompletos...".
No es el único pasaje que valdría contra Pablo Iglesias. Hay más. Por ejemplo: "En política, como en arte, los novedosos apedrean a los originales". O el que empieza y termina: "En España –no lo olvidemos– la acción política de tendencia progresiva suele ser débil, porque carece de originalidad; es puro mimetismo que no pasa de simple excitante de la reacción. [...] Nuestros políticos llamados de izquierda, un tanto frívolos -digámoslo de pasada-, rara vez calculan, cuando disparan sus fusiles de retórica futurista, el retroceso de las culatas, que suele ser, aunque parezca extraño, más violento que el tiro". O el de las advertencias a los "arbitristas y reformadores" (que van después de otras a los "tradicionalistas": Machado tenía para todos), entre las que están: "no basta mover para renovar [...] no basta renovar para mejorar [...] no hay nada que sea absolutamente impeorable". Esta última dirigida, avant la lettre, a nuestros pijos ideológicos del "no podemos estar peor".
El Juan de Mairena fue muy leído en la Transición que desprecia Iglesias. Yo tuve la suerte de hacerlo a los dieciséis años, porque fui a comprarlo después de que lo elogiara Alfonso Guerra en La Clave de Balbín. Veo ahora que fue el 23 de julio de 1982. En mi ejemplar, de la editorial Castalia, leí por primera vez, entre otras cosas, los nombres de Kant, Hegel, Kierkegaard, Schopenhauer, creo que recordar que hasta el de Heidegger... De Kant contaba Mairena lo de la paloma que "ignora la ley de su propio vuelo": aquella que "al sentir en las alas la resistencia que le opone el aire, sueña que podría volar mejor en el vacío". Como Pablo Iglesias y su Podemos: ¡Ah, cómo volarían sin la realidad!