Pienso mucho en Rajoy, ese presidente español que no existe. Me siento en la cafetería y hay una silla vacía junto a mi mesa, siento que Él está a mi lado como una presencia. Espero en el dentista y junto a mi butaca de scay blanco hay un hueco libre, imagino que es Rajoy el que está a punto de llegar. En el cine dejo mi abrigo en la localidad desierta que tengo a mi derecha, pero lo retiro inmediatamente y con prisas… ¿será Rajoy el que viene?, me pregunto.
Camino por Fuencarral y miro de reojo los bancos. Entro al supermercado y dejo espacio en la fila. En la gasolinera dejo libre el hueco para otro coche. En la cola del pan pregunto por el último… buscando a Rajoy entre los parroquianos. Lo avisé: pienso mucho en Rajoy, ese presidente español que no existe. Se me aparece don Mariano en las ausencias como Nicole Kidman en Los Otros. Desde que dejó vacío el atril del primer debate, el subconsciente ha generado un avatar azul que rellena todos los vacíos donde no hay nadie. Jamás estuvo tan presente.
Rajoy está ahora en todos los sitios. El presidente ha conseguido estar donde no está. En el Circo Mundial dirían: ¡y ahora…el más difícil todavía! Ha pasado del plasma a un atril vacío. ¿Cómo le explicas eso a un extranjero? Y es más, en el espectáculo mediático en el que nos encontramos, con políticos cocinando, bailando y cantando nanas, Mariano Rajoy ha hecho la jugada maestra. No estar.
Lo dice la máxima: "Nada más presente que el ausente". Su atril vacío contemplando a tres candidatos que pelean por el sillón de la Moncloa sonó más a jugada maestra que a no querer aparecer por miedo al debate. "Si yo no estoy, estoy", diría en gallego. Y sí, tiene razón. Si no está, está. Y está como presidente, no como candidato. Paradoja. Habrá quien diga que ha perdido no estando, yo creo que gana. Igual que ganó en el comodísimo sofá de Bertín.
Ignorar en un primer debate a sus competidores no es sano, ni democrático, ni honesto. El resto de candidatos le pueden dar igual, los ciudadanos no. Pero, jugada maestra, hemos hablado más de Él que de los Otros. Matadme si digo que su táctica ha sido la de Mario Benedetti: “Mi estrategia es en cambio más profunda y más simple, mi estrategia es que un día cualquiera, no sé cómo ni sé con qué pretexto por fin me necesites”. Y que me perdone la dama Ana María Matute por robarle el título, pero Rajoy ha conseguido crear su paraíso inhabitado con las ausencias.
Cuando alguien no llega a la fiesta, todos preguntan por él.
Mariano es El Gran Houdini. Ni saca la guitarra, ni hace zumo, ni se sube a un car con las hormigas. Rajoy es el mago de la escapatoria, sin humos ni majorettes. Ahora está hasta cuando no está. Y esto lo escribo con una silla vacía, por si llega. El homenaje al vacío. El tributo a la nada. La campaña ha empezado en un atril vacío y en un sofá.