La serie danesa Borgen cuenta la historia de Birgitte Nyborg, una primera ministra de un pequeño partido de centro, De Moderate, que consigue gobernar pactando a izquierda y derecha. La premier intenta mantener los principios por encima de los intereses, practicar la transparencia y no utilizar los trapos sucios de sus adversarios. Cada capítulo empieza con una sentencia sobre el poder político y las de los primeros episodios, de Maquiavelo, chocan con una líder que parece idealista.
Pero en el quinto episodio Birgitte Nyborg ya hace tratos con el oscuro empresario Joachim Crohne, que dicta en varias ocasiones su política. Su pureza se va empañando al encubrir los vuelos secretos de la CIA, al apartar a un colaborador fiel por estrategia partidista o al echar a un empleado incómodo por un error personal encargándole al portavoz el trabajo sucio. El quinto capítulo empieza con un dicho de Groenlandia, territorio autónomo de Dinamarca: “Negar la existencia de un fantasma sólo hará que crezca más”.
Albert Rivera, el Birgitte Nyborg español ya que tan es amante de la idea de Dinamarca, todavía está lejos del poder y su efecto corrosivo. No ha tenido hasta ahora ocasión de que su idealismo se vea confrontado con situaciones realmente difíciles ni tiene responsabilidades que le hayan exigido tomar grandes decisiones.
Pese a todo, Rivera ya tiene su propio pequeño fantasma en el partido. Las primarias de las que tanto presumen los nuevos partidos ni son transparentes ni se han conducido con la intención de que gane el mejor sino los pocos elegidos por la cúpula.
Jordi Pérez Colomé desveló esta semana los detalles de los chanchullos en las primarias de Aragón, que han sido denunciados mientras la dirección de Ciudadanos desoía las quejas o intentaba perseguir a quienes habían hablado. Desde la publicación de ese artículo, han llegado testimonios de irregularidades en primarias por toda España que merecen ser investigadas.
Algunos de los problemas en las primarias pueden ser fallos de un partido amateur; en otras ocasiones, se trata de arreglos que reflejan una parte de militantes oscuros, muchos llegados de partidos locales, que chocan con la marca que Rivera quiere vender.
Como siempre en estos casos, lo esencial es cómo se reacciona al fantasma. Las amenazas que ya pronuncian dirigentes del partido son poco halagüeñas. Si algo puede hacer nueva a la política española es afrontar los fantasmas con claridad y transparencia. ¿Será capaz Albert Rivera de superar la prueba? De momento, ha mirado hacia otro lado.
Birgitte Nyborg más o menos sale del paso. La frase del capítulo final es de Abraham Lincoln, del país que debería ser el modelo de un político que se tome en serio el servicio público. “Casi todos los hombres pueden soportar la adversidad, pero si quieres poner a prueba el carácter de un hombre, dale poder”.