Detesto las columnas que empiezan con una definición del diccionario, pero esta la voy a empezar así. Al fin y al cabo, también detesto las fotos en que un autor sale con la mano en el mentón y así es como salgo en las de EL ESPAÑOL. El fotógrafo me pidió que posara en esa postura que violaba todos mis principios fotográficos y obedecí dócilmente: ¡sin personalidad!
Pero ahora noto que me ha venido bien esa cura de humildad, porque reprimo mi risa ante las fotos de los candidatos en los carteles. Cada vez que veo una, me echo para atrás para empezar a troncharme, como Bertín Osborne (aunque, a diferencia de él, en plan antipalanganero), cuando me digo: “¡Pero si en las tuyas estás peor! ¡Ni en Corea del Norte ganarías!”.
Así que he decidido reírme solo de los eslóganes. Y por aquí quería empezar, aunque se me haya ido la mano con el prolegómeno. Según el diccionario de la Academia, eslogan es una “fórmula breve y original, utilizada para publicidad, propaganda política, etc.”. ¡Magnífica definición, con esa vinculación entre la publicidad y la propaganda política! Lo de “breve” va a misa, y más ahora que impera la religión del tuit. En cuando a lo de “original”, no es precisamente en los eslóganes electorales donde abunda...
El eslogan del PP, España en serio, da un poco de risa: entre lo de Cataluña, la corrupción, los incumplimientos del programa electoral, las descoordinaciones del gobierno y la política comunicativa de Rajoy (que incluye sus anacolutos y titubeos, sus plasmas, sus collejas y sus bertines), ha vuelto a ser una frase pertinente la de “este país es un cachondeo”.
El del PSOE, Un futuro para la mayoría, trata de conjurar el gran hándicap del partido: la mayoría de lo que se acuerda mayormente es del pasado con Zapatero. Un pasado que nos dejó el inmediato futuro hecho cisco. Por otra parte, Sánchez dice una frase inquietante en el vídeo electoral: “Quiero gobernar para dar un futuro a la mayoría”. ¿Los políticos dan futuro? Quizá sea la frase más paternalista de la campaña.
Ciudadanos apela a la ilusión: Vota con ilusión. La ilusión transversal, encajada quizá en el contexto navideño. La segunda acepción de ilusión es en el diccionario (¡vuelvo a él!) “esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo”. Pero la primera es “concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por el engaño de los sentidos”. En el cruce entre ambas está el peligro de C’s.
Un país contigo, Podemos es el eslogan de este partido, que se incluye a sí mismo en la receta. Todos lo hacen implícitamente, pero la explicitación es un indicio narcisista. Denota también ansiedad partidista, al ligar a Podemos la suerte del país: un entrometimiento con atisbo totalitario. Todo de buen rollo, claro está, y de ahí el cercano “contigo”.
El eslogan de Izquierda Unida (Unidad Popular) es Por un nuevo país, y sin duda es por subrayar la idea de novedad por lo que en su vídeo aparecen Allende, la revolución de los claveles, Alberti y la Pasionaria: purito futuro.
Convergència se llama ahora Democràcia i Llibertat, con lo que ha empezado igual que terminó: mintiendo con el nombre. Su eslogan, (Im)possible, parece un reclamo para el show catalanista. Su exsocio Unió, por su parte, propone Solucions, aunque sabe de sobra que no tiene arreglo. El de ERC es Defensa el teu vot, y todo el peso del eslogan recae en ese “teu” estreñido, anal (¡en estricta terminología freudiana!).
Pasa lo mismo con el eslogan del PNV: Euskadi es lo que importa. ¡Para qué vamos a andarnos con tonterías! Mientras tanto, a Bildu se le van los ojitos al despiporre de los independentistas catalanes, no entiende cómo han podido montar uno más loco que el que ellos tenían y llama a entrar en el baile: Súmate a decidir.
UPyD, por su lado, se despide del Congreso (y me parece que también, ¡ay!, del Senado, aunque presenta a Savater) con un Más España que no hay por dónde cogerlo. Teniendo en cuenta que el espectaculito español, lo que se dice español, lo están dando hoy nuestros nacionalistas catalanes (¡herederos legítimos de la España negra!), mi reacción a la propuesta de Más España es: no, gracias. Ya nos sobra con la que tenemos.