Para terminar 2015 he elegido una lectura que contiene un año, aunque no el que acaba sino 2005: Seré duda, el nuevo tomo de los diarios de Andrés Trapiello (¡diecinueve van ya!). El título se inspira en una frase común en el ambiente del fútbol: “Fulanito es duda para el partido de mañana”. Ahora se añade una connotación política, porque Trapiello va como número dos por Madrid en la lista de UPyD para el Senado. Fernando Savater va como número uno. Y son duda.
No parece que vayan a salir, y es una lástima: no habrá candidatos más limpios, auténticos Quijotes en nuestra política menesterosa. Su Sancho Panza sería aquí Gorriarán, quien, por sus coces, pareciera que lleva incorporado al Rucio (todo un centauro). Savater y Trapiello serán los encargados de apagar las luces del partido más ilustrado que teníamos, y yo creo que el mejor. Al menos, era al que yo votaba. Pero se suicidó el año pasado. Estas elecciones son estrictamente póstumas. (Si mi circunscripción fuese Madrid, aún votaría a Savater y a Trapiello para el Senado; no podría no votarles).
Aunque había votantes específicos, excluyentes, de UPyD y Ciudadanos, el ánimo de la mayoría era de confluencia. Yo prefería UPyD, pero estaba en esa confluencia. La existencia de ambos partidos por separado, una vez que Ciudadanos decidió presentarse en toda España, era un desperdicio. En su momento dije que solo cabían tres opciones: la fusión o alianza (que era lo que yo quería), la lucha entre ambos hasta que quedara solo uno, y, si no se producía ni lo uno ni lo otro, el hundimiento de ambos por la dispersión del voto. Lo que no se me ocurrió fue que uno se autodestruyera.
Es una autodestrucción que, a la larga, puede “autodestruir” también a Ciudadanos: porque su carencia de una estructura fuerte en todo el país, que es una de las cosas que hubiese aportado UPyD, es la gran debilidad del partido ante el éxito que se le viene encima el 20 de diciembre. Todavía, a medio plazo, podrán brindar Gorriarán y Rosa Díez, sobre los escombros. La eliminación de su propio partido y el de al lado habrá sido todo un triunfo.
La situación es paradójica, porque es un imposible. Da pena este UPyD con sus disfraces de gallina, en sus postreras convulsiones: pero es verdad que han sido injustamente excluidos de los debates. Trapiello se ha quejado en una carta a El País, y tiene razón. Y Savater ha hecho reflexiones amargas sobre el pasado y el presente de UPyD en las que también tiene razón. UPyD mismo, quitando el absurdo eslogan de Más España, sigue teniendo razón en sus propuestas y en sus denuncias. Ese es el asunto: UPyD se va (con merecimiento: ¡cómo se ha esforzado por matarse!) teniendo razón.