Toda guerra es en parte un acto de escenificación. En cualquier campaña militar hay siempre un fuerte componente simbólico. Una teatralidad a veces un tanto forzada que pretende transmitir un mensaje que no siempre está directamente relacionado con acción militar en sí. En el caso de la intervención rusa en Siria, varios detalles en relación al "envoltorio" que ha acompañado la campaña militar nos proporcionan las pistas sobre el mensaje que Moscú pretende transmitir a Occidente y el mundo.
Está claro que Putin ha puesto mucho cuidado en el modo de presentar los bombardeos en Siria. Para empezar, y por primera vez, Moscú ha hecho uso de un canal de televisión de alcance global para cubrir la campaña. Copiando el modelo de la CNN, Russia Today se ha convertido en un canal de noticias 24 horas en inglés con un estilo visual y periodístico muy similar al que nos tenían acostumbrados la BBC o Fox News.
Russia Today está tratando de ser lo que la CNN fue para la primera guerra del golfo
Sin embargo, Russia Today, pese a la parafernalia tecnológica y los trajeados presentadores de acento británico, no es un canal privado ni libre, sino un medio estatal bajo el control del gobierno de Putin. Sus noticias y reportajes son un mero altavoz de Moscú. La novedad es que al servicio de la propaganda de siempre se han puesto las más modernas y atractivas técnicas audiovisuales. En este sentido, Russia Today está tratando de ser lo que la CNN fue para la primera guerra del golfo: el medio de referencia sobre la campaña militar con entrevistas exclusivas, reporteros sobre el terreno, imágenes impactantes, mapas en 3D, aluvión de datos sobre la campaña y debates intensos. Por primera vez, los medios occidentales no tienen el monopolio sobre la cobertura informativa de un conflicto armado extranjero.
En estrecha colaboración con Russia Today (y una vez más siguiendo el modelo americano), el ejército ruso ha llevado a cabo un ejercicio de "transparencia" completamente inusual en su historia. Como si del Pentágono se tratara, una militar rusa (una señal más del "progreso" de las fuerzas armadas del país), informa diariamente a los reporteros sobre los bombardeos y responde a sus preguntas. Tras ella, impresionantes pantallas de televisión con toda suerte de datos y vídeos mostrando la eficacia de las bombas rusas guiadas por láser.
El mensaje aquí está claro: en la nueva Rusia de Putin el ejército es una institución moderna y eficaz que nada tiene que envidiar a Estados Unidos o Reino Unido. El ejército ruso ya no es aquel que luchó caóticamente en Chechenia en los años 90, donde los soldados iban pobremente armados y donde el caos parecía reinar en las operaciones militares. Tampoco es el ejército ruso que invadió Georgia en 2008, donde se dieron graves casos de descoordinación y los aviones rusos bombardeaban inmisericordemente centros civiles. En este caso la impresión que se trata de transmitir es que es un ejército profesional con los más modernos medios a su disposición y con un liderazgo eficaz. Bombas guiadas por láser en vez de masacres. Ruedas de prensa con vídeos en vez de acusaciones a los periodistas. Educados militares interactuando con periodistas en impresionantes instalaciones en vez de soldados desarrapados y exhaustos sobre el terreno.
Putin ha intentado demostrar al mundo el poderío militar ruso, al atacar con misiles desde el Mar Caspio
Por último, hay que destacar la variedad de instrumentos que Putin ha decidido usar contra los rebeldes. Aparte del uso de cazas y bombarderos, Rusia optó por atacar en Siria con misiles de crucero lanzados desde buques de guerra situados en el Mar Caspio, a 1500 kilómetros de distancia. El uso de estos misiles era totalmente innecesario y no respondía a ninguna necesidad militar a la hora de hacer frente a los rebeldes sirios. Se trató, sin embargo, de una cuidada actuación en la Putin pretendía poner de manifiesto el poderío tecnológico y militar ruso. ¿Qué otros países del mundo pueden atacar desde tan lejos y con tanta precisión? Aquí el mensaje está claro: este tipo de complejas actuaciones no son ya monopolio de Estados Unidos.
No hay que perder de vista que Siria está siendo utilizada por Rusia como terreno de pruebas para su nuevo armamento. En este caso, el drama sirio guardaría una estrecha relación con la guerra civil española, donde ciertas potencias, especialmente la Alemania nazi, se sirvieron del conflicto como laboratorio de pruebas de un renovado armamento y de nuevas técnicas militares. Un misil o un avión (como el Sukhoi Su-34, que ha visto su bautismo de fuego en Siria), por muy puntero que sean tecnológicamente hablando, no son del todo fiables hasta que no se hayan usado de una manera repetida en un escenario real de conflicto. Sólo en un entorno de guerra puede descubrirse el verdadero potencial del nuevo armamento, sus fallos y aciertos.
Moscú está usando a Siria como escaparate de la renovada oferta militar que ofrece en el mercado de armas
También, una vez que ha demostrado su valía y eficacia en un conflicto, dicho armamento y equipamiento militar adquiere un nuevo estatus de cara a la comunidad internacional, haciéndolo más atractivo de cara a futuros compradores en el mercado internacional. (No sería de extrañar que después de la buena actuación de los nuevos instrumentos militares rusos en Siria aumentaran las exportaciones de dichos materiales a terceros países como India, Egipto o Brasil). Putin en este caso no solo está enseñando músculo, sino que está usando a Siria como escaparate de la renovada oferta militar que ofrece Rusia en el mercado de armas internacional.
Pero si las cargas explosivas de los misiles rusos van dirigidas a los rebeldes sirios, las cargas simbólicas de aquellos van claramente dirigidos a Occidente. Mediante el lanzamiento de precisión de misiles Kalibr (aptos para ser armados con bombas nucleares, como bien dejaron claro desde el ministerio de defensa ruso) desde buques de guerra y submarinos situados a 1.000 o 1.500 km de distancia del objetivo, Putin está dejando bien claro que Rusia puede atacar donde y cuando sea y que ningún país está lo suficientemente lejos del alcance del nuevo poderío militar ruso. Si desde el Mar Caspio se puede bombardear Siria, desde el Mar Negro o del Mar Báltico se podría hacer lo mismo con cualquier país europeo llegado el caso. Tome nota, Unión Europea, es el mensaje de Putin.
Puede que al final, para Putin, la guerra en Siria sea lo de menos. Entre sus objetivos prioritarios está el llevar a cabo una demostración de fuerza e intenciones: Rusia ya no es aquel país vergonzoso de los años noventa. Su poderío militar y sofisticación tecnológica son equiparables a las de Occidente. Y más importante aún: las intervenciones unilaterales de Occidente en Oriente Medio -en las que Rusia quedaba relegada a un papel de espectador pasivo- es cosa del pasado. Hay una nueva superpotencia en el mundo y la espectacular y cuidada intervención rusa en Siria quiere dejarlo bien claro. Y si no se lo creen, vean Russia Today.
*** Javier Gil Guerrero. Doctor en Historia. Investigador del Instituto Cultura y Sociedad, Universidad de Navarra.