Cuando este martes, salvo sorpresa de última hora, el Rey proponga al líder del PSOE que intente formar gobierno, sólo tendrá dos alternativas: o Ciudadanos o Podemos. El dirigente socialista había acariciado la idea de un ménage a trois que le permitiera una mayoría absoluta en el Congreso. Ese acuerdo le concedía, además, ganar el espacio de centralidad para su partido.
Sin embargo, las posiciones de Albert Rivera y Pablo Iglesias impiden la operación. Ambos han advertido de que los modelos de sociedad que defienden son incompatibles, por más que puedan coincidir en asuntos puntuales. Iglesias ha sido categórico: "O él (Rivera) o yo". Incluso ha asegurado que ante un hipotético acuerdo de investidura entre el PSOE y Ciudadanos ni siquiera se abstendría: votaría no. Es lógico pensar que Rivera actuaría igual en el supuesto contrario. Es verdad que el líder de Ciudadanos ha sido menos taxativo y que, a priori, no descarta la abstención ante un posible programa pactado entre el PSOE y Podemos. Pero es muy difícil, por no decir imposible, que Ciudadanos bendijera un contenido que sería cualquier cosa menos moderado y liberal.
Un horizonte negro
Así las cosas, el horizonte se vislumbra negro para Sánchez. Puede intentar el camino suicida de echarse al monte con Podemos. En ese escenario, Iglesias, consciente de la debilidad de Sánchez, podría imponerle unas condiciones muy duras. Pero es que además, el socialista necesitaría el apoyo o la abstención de formaciones como el PNV, Esquerra Republicana o Democràcia i Llibertat para superar la investidura.
Por si fuera poco, la revelación del contenido de algunas de las intervenciones del Comité Federal del pasado sábado, muy críticas con Podemos, aún alejan más esa opción. En las grabaciones se oye a Susana Díaz, a Fernández Vara, a Eduardo Madina o a Javier Lambán, entre otros, con expresiones del tipo "partiremos España y partiremos el PSOE" o "sería el patíbulo definitivo del Partido Socialista".
Bruselas, como ejemplo
Pero no sólo es el órgano de dirección socialista el que le indica a Sánchez el camino a seguir. Tal y como publicamos hoy, el mensaje que llega desde Bruselas es el de que hay que apostar por acuerdos que den moderación y confianza. Es muy significativo que, en el último año y medio, PSOE y Ciudadanos hayan sido los partidos que más han coincidido en la Eurocámara: en el 84% de las votaciones han ido de la mano. Sin embargo, los socialistas y Podemos sólo han votado juntos en el 57% de los casos. Más aún, el PP y el PSOE han sumado sus votos en el 75% de las votaciones, mucho más que los socialistas y Podemos, aunque estos números vienen condicionados por el acuerdo de gran coalición entre populares, socialistas y liberales que rige en la Comisión y que se refleja, por tanto, en el Parlamento Europeo.
Si Sánchez descartara a Podemos, la otra vía que podría explorar sería el pacto con Ciudadanos. Pero para que ese acuerdo pudiera prosperar, la votación de investidura tendría que contar obligatoriamente con la abstención del PP, algo que los populares no contemplan. Ahora bien, en el caso de producirse esa situación, Mariano Rajoy quedaría en evidencia, pues ni habría hecho nada por sumar, ni permitiría que los esfuerzos de otros dieran sus frutos, abocando al país con su postura a nuevas elecciones.
Si hay algo claro es que no se puede perder más tiempo y que alargar los plazos sería perjudicial para España. Ha llegado el momento de actuar con altura de miras y, dado que Sánchez ha dado el paso al frente que un apocado Rajoy ha rehusado, a él hay que exigirle hoy sensatez y responsabilidad. Descartado el ménage, debe intentar un dúo, y que no desafine.