Este jueves volví a Quartz. La primera vez que visité su redacción fue en junio de 2014 y hablar con su director y su editor fue una inspiración. EL ESPAÑOL hoy es mejor gracias a Quartz. De ahí vienen nuestras dos newsletters (El despertador y El periscopio), nuestra pasión por hacer gráficos con una herramienta fácil, nuestro intento de construir una web de historias y no de secciones y hasta nuestros primeros emails sólo con la inicial o el nombre de “las obsesiones”.
En este año y medio, Quartz ha crecido y ya emplea a 150 personas. Cien de ellas están en Nueva York y llenan la planta entera del segundo piso de un edificio junto a Union Square que en 2014 sólo ocupaban a medias (la otra mitad era de Atlantic Media, la empresa propietaria del medio).
La primera pregunta este jueves sobre EL ESPAÑOL de Gideon Lichfield, uno de los jefes fundadores de Quartz, fue: “¿Qué hacéis de diferente?”. Es la que se hacen hoy todos los medios del mundo, en especial los nuevos, en especial los digitales.
La respuesta podría ser el río, los gráficos, las exclusivas sobre todos los partidos o los reportajes y los perfiles como nadie los hace. Pero ésa no es la contestación esencial. La respuesta correcta es la que me dio Paul Steiger, el presidente y fundador de ProPublica, cuando le hice la misma pregunta hace unos días en Madrid: “Lo que distingue a ProPublica es el talento de nuestros periodistas, de los puestos más altos a los más bajos”.
Quartz es Quartz por personas como Gideon, ex corresponsal del Economist (y ex aspirante a dirigirlo), por esos veinteañeros y treintañeros trabajando codo a codo (literalmente) con desarrolladores bajo una pantalla que indica las historias más compartidas en redes en cada momento.
Las newsletters que tanto os gustan y que diseñó Eduardo Suárez son así porque Paolo Fava se pega el madrugón para seleccionar y escribir con mimo su contenido. Los gráficos y los memes que nos distinguen han sido posibles porque Martín González, el periodista desarrollador soñado, tuneó una herramienta y creó otra para que los demás reporteros pudieran trabajar rápido. Los memes son tan bonitos porque Javi Muñoz los ilustra. El viaje de Lesbos a Suecia de una familia siria es tan extraordinario porque lo ha contado Mariangela Paone. Las encuestas son divertidas porque las disecciona Kiko Llaneras. El lío con las calles de Madrid está bien documentado porque Antonio Delgado ha pasado horas y horas persiguiendo datos. La pieza sobre los incendios de Cantabria es única porque la han trabajado Pablo Romero y Antonio Villareal. Las redes tienen voz propia porque las manejan Juan Cía y Patricia Morales. El BCE se entiende tan bien porque lo explica Javier Jorrín.
Lo que distingue EL ESPAÑOL del resto de los medios en España es su redacción, seleccionada durante meses con mucho cuidado. No sólo hay talento, ideas y ganas de hacer algo que interese al lector de 2016. También hay dedicación y valentía como no he visto en ninguna otra redacción.
El talento tiene muchas formas, pero siempre es reconocible. A veces consiste en comer calamares en un bar de decoración franquista. Otras en parar el alarmismo por una experimentación clínica fallida. A menudo consiste en hacer una llamada más para ese perfil con treinta o cuarenta fuentes. O en leer el BOE en el móvil al alba mientras la ciudad sigue dormida.
Al salir de Quartz me fijé en su mesa cerrada de ping-pong, en el pasillo, ya fuera de la puerta. Chicos, no dejemos de jugar.