Como probablemente tenga previsto hacer -seguramente al límite de la sesión de investidura- Iglesias descolocó el sábado a todos con su esmoquin. Sonriente y como sabiendo que marcaba un tanto por la escuadra, al menos por la del asombro, cogió a Sánchez sin corbata: todo un síntoma.
Pablo es un artista de la imagen, y la explota con astucia. Fue al Palacio de la Zarzuela vestido como van los veinteañeros a la Facultad, y a los Goya como si fuera José Coronado en sus mejores tiempos.
Allí se encontró a su máximo rival en calzoncillos (esto es, sin siquiera una mísera corbata que lo haría aprobar el dress code de la noche) y a su nuevo aliado, Alberto Garzón, acertando de pleno con su impoluto traje oscuro. El líder de Ciudadanos, esta vez, abandonó su papel de centrocampista mediador, y también se fue al extremo: quizá para seguir compitiendo con el líder de Podemos, que es lo que hace estas últimas semanas, Rivera también lució esmoquin.
Rajoy, como acostumbra últimamente, ni siquiera compareció; se quedó en casa viendo el fútbol, apoyando los talones sobre la mesita del salón, con las pantuflas puestas. Si le dijo que “no” una vez y media al Rey, no pensarán que iba a decirle que sí a Resines a la primera ¿verdad?
El que sí vino, y fue un placer, fue Tim Robbins, que desde luego no necesita esmoquin para hacerse notar. Su elegancia resulta desbordante, como el pozo de su (y de León de Aranoa) maravillosa película, tan al final.
Pablo seguía aún dentro de su insólito –en su caso- atuendo cuando Penélope Cruz y Juliette Binoche observaron, probablemente atónitas en su interior, el desenlace del premio al que optaban. No debieron entender nada -¿alguien sí?- cuando el Goya a la mejor actriz protagonista no fue ni para una ni para la otra. Ni siquiera para Inma Cuesta.
Tanto la francesa como la madrileña son figuras mundiales y excelentes actrices, ambas triunfando con arriesgados papeles en Nadie quiere la noche y MaMa. ¿Cómo es posible que no ganaran? Es como si Messi va a Costa Rica a un torneo menor, juega como siempre y el trofeo al mejor jugador se lo lleva el lateral derecho local. Con todos mis respetos hacia ese “2” y, por supuesto, hacia Natalia de Molina y su Techo y comida, un filme valiente y necesario.
Techo y comida, precisamente lo que busca para todos, o eso dice, Pablo Iglesias. Con su esmoquin en la ceremonia de los Goya desarboló –una vez más- a Pedro Sánchez. Toda una incógnita, el podemita. Todo un síntoma, el esmoquin.