EL ESPAÑOL saca hoy a la luz un documento inédito: la declaración al fisco estadounidense de los emolumentos que Iñaki Urdangarin percibió de Telefónica en el ejercicio de 2010. En esa época, el esposo de Doña Cristina ya había empezado a ser investigado por la Justicia y decidió poner tierra de por medio cruzando el Atlántico con su familia. Al presidente de la compañía, César Alierta, no pareció importarle ese extremo, es más, pese a que fue imputado un año después por apropiación indebida, malversación y fraude a la administración, siguió cobrando de la operadora hasta el verano de 2012.
Urdangarin fue contratado como consejero de Telefónica y presidente de la Comisión de Asuntos Públicos de la compañía en Latinoamérica y Estados Unidos. En cambio, apenas hay rastro de su actividad profesional que justifique las cantidades percibidas: 1,4 millones de dólares sólo en un año. Hay que decir que en el sueldo no están incluidos el alquiler de la vivienda en Washington (un casa de lujo que se vende ahora por 3,7 millones de dólares), el servicio de seguridad, el servicio de hogar y el colegio de los niños, que también eran sufragados por Telefónica.
Mintió al juez Castro
El yerno del rey Juan Carlos cobraba al mismo tiempo de la matriz española y de las filiales de Estados Unidos, México y Brasil. Por los 1,4 millones de dólares ingresados en 2010 pagó en el estado de Washington 326.000 dólares en impuestos, casi la mitad de lo que hubiera tributado en España, en el caso de no hacer trampas. No es por tanto demasiado aventurar, que en los tres años en los que estuvo en nómina de Telefónica, Urdangarin se llevó unos cuatro millones de euros limpios por hacer entre poco y nada.
Los papeles que hoy publicamos demuestran, además, que el marido de la Infanta mintió al instructor del caso Nóos. Ante el juez José Castro y a preguntas de la Fiscalía, Urdangarin declaró que no recordaba exactamente lo que cobraba en Estados Unidos, pero dijo que en torno a 350.000 euros al año. El error parece excesivo: le pagaban el cuádruple.
Gran puerta giratoria
Pero lo que este episodio confirma es el papel de Telefónica como refugio dorado de personas próximas al poder, desde Urdangarin a Rodrigo Rato, políticos de distintos colores y familiares y allegados a estos. Todos con sueldos elevados y ninguno con conocimientos específicos en el negocio de la telefonía y las redes de comunicación. No hay mayor puerta giratoria en España. En algún momento los accionistas de la compañía tendrán que pedir explicaciones a sus directivos por el uso que están haciendo del dinero.
Las sospechas en torno a la gestión crecen día a día. Ramiro Sánchez de Lerín, secretario general y del consejo de administración de Telefónica, acaba de declarar como investigado ante el juez por los pagos a Rato. Al parecer, al margen del sueldo que cobraba como consejero, el expolítico cobraba sumas importantes por hacer informes de asesoramiento. Y casi simultáneamente ha trascendido que Alierta era socio de Rato en un hotel de Berlín.
Hoy sabemos que, sólo por figurar, Urdangarin vivió a cuerpo de rey durante años gracias a la cortesía de Alierta. Noticias como ésta resultan ahora más sangrantes por cuanto los malos resultados acaban de empujar a Telefónica a anunciar un recorte severo de personal en nuestro país. Aquellos polvos han traído estos lodos.