El 'podemos' cuando besa es que besa de verdad, junta barba con barba, corazón con corazón, Plaza con Plaça.
Pablo Iglesias se bajó del tendido a cortar orejas y rabo ajeno y le metió el morro a Domènech, y eso a metro y medio del burladero y ante los 'del Siete' pepero y pipero, que andaban en sus miserias y en sus inopias y se sorprendieron como de repente. Vallecas y Cataluña 'liadas'. Mareas, marejadas y 'encomuns' que se morrean, "y así no más" (Cantinflas dixit): todo en un beso -ese beso- que es un hito histórico de España y sus cosas, como la plata de Alberti en el pelo y en verso en el Congreso, como el 'Tejerazo', como la Infanta buena moqueando en "Barcelona 92".
Con el beso de estos dos, de Iglesias y Domènech, 'habemus' nueva politica, el tiempo nuevo, el Cielo tomado por asalto y por este amor de hombres "que estás haciéndome (bis)... una vez más (bis)..." Al marianismo estos pies de nota, estas anécdotas del beso y del 'bambino' de Bescansa, incluso le agradan y le hacen más ameno eso de ir a justificarse a sí y a lo que arrastra. Una vez se encerraron el Coletas y la Colau en un ascensor, colgaron un 'selfie', y no veas qué risa entre esos trolls que tienen a sueldo de 'retuits': les faltaba el pingüino en el mismísimo ascensor.
El cambio, digo, está aqui, en dos modernitos unidos por el boquino, por la falta de verguenza y protocolo, y por la teta de Bescansa y por su cara de mamífera que puede y que concilia: que da de mamar y que calienta el huevo-escaño en la bancada de arriba, que representa la soberanía popular a la que le viene la leche entre debates y recesos.
Recuerden cuando Pepe Bono abroncó a Sebastián por no llevar corbata. Seria ya en los tiempos del baile del rigodón, ésos que refiere "El Estafermo" cuando se pone docto con lo que el niño le ha sacado de la wikipedia y cita las fotocopias del hijo por subir el nivel. Rajoy es que ha bailado poco y mal, y de estos bailes aquellos polvos y estos lodos...
Dicen que Vargas Llosa denuncia en su novela última el amarillismo de la prensa, pero es que las Cortes no dan más que para la anécdota y el comadreo.
España, hoy, queda retratada por el abrazo de Vergara, por el de Genovés, y por el beso 'podemita' que más bien es otra nadería brindada al sol. Sepan que el público de San Jerónimo es poco exigente y disfruten lo votado: al bombero torero en las Cortes y a todo lo que les queda. El resto es vacío y burocracia procedimental, el salto de la rana y PI besando a De Guindos...