El reciente giro estratégico de WhatsApp, que abandona definitivamente el modelo de pago para centrarse en los servicios de atención al cliente en lo que podríamos considerar la evolución de los números 900, toma un nuevo significado cuando leemos la entrada publicada en Medium hace dos días por Ted Livingston, fundador y CEO de Kik, sobre el desarrollo de agentes en plataformas de mensajería instantánea.
La mensajería instantánea parece configurarse cada día más como las nuevas redes sociales. Cada vez más personas parecen más inclinadas a compartir su vida en la seguridad de un círculo limitado como WhatsApp, Snapchat o Kik (según edad), frente a redes como Facebook o Twitter. La falta de privacidad, la presencia de los padres o incluso de los abuelos, o los casos de “tormentas twitteras” sufridas por personas de toda condición han alejado a muchos de las redes sociales. En los más jóvenes, el desplazamiento de los hábitos parece notable y generalizado: ya no quieren exponer su vida en abierto, sino en círculos cerrados, o incluso, ya en el límite de la paranoia, con mensajes que se autodestruyen a los pocos segundos, casi como si fueran agentes secretos.
En ese contexto surge la idea de ofrecer a las compañías una plataforma dentro de estas apps para que puedan construir robots que contestan automáticamente a peticiones del usuario. La idea de crear robots conversacionales lleva mucho tiempo funcionando en la red, y se ha puesto de actualidad con las noticias que acompañaron a la crisis de Ashley Madison, un sitio para hombres que buscaban aventuras sexuales que resultó, en realidad, ser un bot que simulaba conversaciones suficientemente “picantes” como para lograr que los clientes pagasen para poder leerlas. Si algo demuestra este caso es la escasa inteligencia artificial que hace falta crear para conseguir que un hombre suficientemente salido se rasque el bolsillo.
Ahora hablamos de otro tipo de bots. Algún ejemplo: ¿quieres una cerveza? Abre tu app de mensajería instantánea y saluda al bar del estadio, donde un bot te preguntará tu número de asiento, cuántas cervezas y de qué marca. El camarero aparecerá a tu lado como por arte de magia en pocos minutos. ¿Estás esperando al bus? Un mensaje a la EMT con tu localización y la línea que esperas, y recibirás el tiempo estimado de llegada.
¿Una “era de los bots” en el que las apps de mensajería instantánea se configuran como el nuevo navegador, y los bots como las nuevas páginas web que ofrecen información a los usuarios que la piden? Sin duda, interesante y con posibilidades. Muy pronto, en la pantalla de su smartphone...