PSOE, Ciudadanos y Podemos resolverán los próximos días la viabilidad o no de un acuerdo de investidura en el que la última palabra la sigue teniendo el partido de Pablo Iglesias, que ha sido el último actor en incorporarse a la mesa de negociaciones para seguir haciendo peticiones inasumibles para Pedro Sánchez y Albert Rivera.
Al menos así se desprende de las comparecencias de los representantes de Ciudadanos y del PSOE, pues el secretario general de Podemos optó por dejar a la prensa plantada y postergar la valoración de una reunión que demoró más de dos horas.
PSOE y Ciudadanos aseguran que el pacto de El Abrazo, suscrito por Sánchez y Rivera y refrendado por las bases socialistas, sigue vigente, si bien ambas formaciones se han avenido a "analizar" los próximos días el documento de veinte puntos presentado por Podemos, en el que las declaraciones de buena voluntad se entreveran con medidas incompatibles con ese primer acuerdo.
Peticiones inasumibles
Sencillamente, es imposible que PSOE y Ciudadanos puedan si quiera contemplar un reconocimiento del derecho a decidir, o la inclusión de representantes de Podemos y de cada una de sus marcas agregadas en un hipotético gobierno progresista, excluyendo al partido de Pablo Iglesias, como ha planteado Iglesias. A priori, pues, el precio que ahora Pablo Iglesias pone a la investidura de Pedro Sánchez sigue siendo tan inadmisible como cuando reclamó para sí una vicepresidencia y medio Gobierno. Para decir más de lo mismo lo mejor es que no se hubiera sentado.
Hay que entender entonces la disposición de PSOE y Ciudadanos a no dar ya por terminada la negociación como un modo de mantener la mano tendida y de recuperar los buenos modales después del duro cruce de descalificaciones en el que se enzarzaron la víspera los líderes de los partidos emergentes.
El PSOE dice que ve "posible" un acuerdo a tres con Podemos, mientras que Ciudadanos lo considera "inviable". Esta diferencia de pareceres pone de manifiesto que la cuadratura del círculo es imposible y que el maximalismo de Podemos dinamita de salida un pacto a tres. Parece que su única intención ha sido intentar romper el pacto de El Abrazo. Con todo, no se puede descartar que Pablo Iglesias y sus socios decidan abstenerse en el último momento.
Gobierno reformista o Rajoy
Esta opción no es imposible porque Podemos se ve en la tesitura de permitir un Gobierno reformista encabezado por un partido de izquierdas o aparecer ante la opinión pública como el culpable de la repetición de unas elecciones en las que, según todos los sondeos, el bloque de centro derecha -PP y Ciudadanos- partiría con ventaja.
Habrá que estar atentos a la comparecencia este viernes de Iglesias para ponderar si se ha sentado a la mesa de negociaciones con afán constructivo o, tal como parece, sólo para hacer el paripé ante la certeza de que perderá el voto prestado de muchos desencantados de izquierdas si es percibido como el dirigente que secundó la estrategia del inmovilismo de Mariano Rajoy.
El déficit de las regiones
Mientras se despeja esta incógnita, lo único claro es que cada día que pasa el fantasma de la ingobernabilidad es más oneroso y corpóreo. De hecho, mientras los partidos políticos mantienen el suspense, la pésima situación financiera de España y sus regiones enciende las alarmas de las instituciones europeas y de alguna de las principales agencias de calificación de deuda.
La nueva metodología de Eurostat ha permitido al ministro de Hacienda reducir en 1.600 millones la cifra de déficit, de tal modo que los números rojos pasarían del 5,16% al 5%, a ocho décimas del objetivo de déficit marcado por Bruselas. Cristóbal Montoro ha remitido una carta a doce Comunidades Autónomas para que no gasten más del 1,8% y no defraudar los compromisos adquiridos con la gobernanza europea. Las regiones más incumplidoras se han rebelado aduciendo que "no van a aplicar más recortes", una posición a medio camino entre la queja y la actitud beligerante de quien se cree a punto de entrar en campaña electoral. El Banco Central Europeo y la Comisión no sólo han manifestado su "inquietud" porque el crecimiento español (3,2%) no se corresponde con el descontrol del déficit, sino que prevén la imposición de sanciones.
La agencia Moody's ha llegado a decir que "el Gobierno español es incapaz de hacer cumplir la ley". Los problemas de financiación de las Comunidades Autónomas son reales, pero los conatos de rebeldía financiera de Cataluña, Andalucía o Valencia son percibidos en Europa como una prueba de que el compromiso de déficit no compromete a todas las administraciones del Estado español. La zozobra política e institucional agrava la sospecha de que la disfunción del modelo español son sus regiones.