La comprometida gente de Marinaleda -en chándal ante Carmena- y del SAT, la libertadora gente de Otegi. Todos juntos, desde Arrasate/ Mondragón a la campiña de Sevilla para cambiar el mundo y en la primera página. Qué valor el de Otegi, baúl de la Piquer del abertzalismo, viajero con botas de montaña, con la conciencia negra de pasados que campea hoy entre Parlamentos de verdad y parlamentos regionales, parlamentos antisistemas que tienen también ujieres, y el censo y competencias y urnas de cartón reciclado.
Qué admirable la delegación del SAT que se pone en huelga de hambre por la libertad de Bódalo, el concejal de los repentes, y de su mano larga. Dicen que Bódalo es un buen hombre, un Bambi olivarero que un día tuvo un arrebato y se le escaparon varios guantazos. Euskadi y Andalucía, ahí abajo, allí arriba, ocho apellidos vascos, dar la matraca con el conflicto vasco, con la equiparación de un muerto por la nuca que con un gudari enchironado a cinco estrellas en Alcalá Meco. Otegi y Bódalo son las víctimas. Otegi quiere ser lehendakari, los del SAT, la libertad de Bódalo y unos brazos fuertes -los del propio Bódalo- para arrastrar los carritos del Mercadona y expropiar la sección de Congelados. En el imaginario de Sánchez Gordillo y de su comparsa, el gesto supremo de liberación es pisotear los cultivos de la Casa de Alba, robarle a Cayetano las aceitunas y colocar la bandera de Andalucía y una sombrilla de playa en las parameras de Écija. Y en agosto.
El peor rajoynismo ha originado estos contrarios. Aceituneros indignados, Forcadells, Otegis de paz en procesión por las tierras de España, incorruptos -para muchos- como el brazo de Santa Teresa. Manuela Carmena, en lugar de cuidar de los semáforos y de sus verbenas, ha recibido a la delegación del SAT, la que se ha puesto de ayunas en la Puerta del Sol para exigir la libertad de Bódalo y bajarse el colesterol de tanta paella reivindicativa. Y Otegi, entretanto, paseado por los cuperos catalanes como un mártir vivo -y con don de palabra- por la libertad de los pueblos.
Porque Otegi y Bódalo tienen su comparsa y su folclore, y hay que verlos, prietas las filas, con un sacrificio encomiable. Y España los mantiene, los premia; los mete en 'prime time' y les dice "nueva política".
La diferencia de Otegi a Bódalo, biológicamente, quizá resida en un cromosoma o en un RH diferenciado; un cromosoma que diferencia al leñador del melonero en la rica pluralidad de gentes, de genotipos, de caudillos de Iberia. Ambos arrastran gente. El liderazgo quizá era esto.