Apenas sé nada de publicidad más allá de lo que pudiera enseñarme Don Draper y me embelesé más por él que por cualquiera de sus campañas. Imagino que quien quiere vender un producto tiene en la cabeza cómo mostrar su mensaje, cómo conquistar, cómo quedarse para siempre en nuestro recuerdo y ganar el beneplácito de que lo queramos en nuestra vida. Los guionistas de Mad Men lograron que la mayoría nos emocionáramos al incluir un anuncio mítico en el último capítulo con la clara intención de que fabricáramos cada uno nuestro final épico.
Ahí están nuestros partidos políticos. Intentando hacer lo mismo. Anuncios en prime time, como las grandes series. Alejándose irremediablemente de Mad Men entre otras cosas porque los protagonistas de la HBO no se parecen en nada a nuestros políticos, qué más quisiéramos, pero intentando tocar nuestra línea de flotación y emocionarnos lo mismo. Conmoviéndonos para conseguir nuestro voto.
El bar de Ciudadanos bien podría estar en mi barrio. Lástima que dé la sensación de que Rivera y su gente van poco de bares. Casi te entran ganas de llevártelos un día al Refra para que hiperventilen. Mayoría de camareros rumanos y al frente como socios dos señores de Zamora de los de pelo en pecho. Acoge a la parroquia desde las siete y media de la mañana hasta las dos de la madrugada y tiene casi todo lo que sale en el anuncio, hasta el televisor de plasma encendido. Tomás no suelta soflamas; él es más de generar apuestas con las que obliga a tomar partido aunque sea en la final de Champions. Y el que deja las pullas en la caja no es el comunista quien tampoco lleva coleta, aunque sí el mismo iPhone que yo. El parado solo va cuando puede pagarse al menos el café o estamos alguno de los que lo invitan. Y la que se desploma encima de la barra pide vermú pero no contesta llamadas de infraestructura familiar en su media hora libre. Solo faltaba.
El anuncio del Partido Popular no sé si lo he pillado. Mariano Rajoy ha optado por las líneas rojas. Dios nos proteja de todas ellas. No me queda claro si son líneas que no van a traspasar o que quieren dinamitarlas de todas, todas. Familia, por ejemplo. Deduzco que es su familia la única que vale. Ellos que quisieron solo el modelo de familia heterosexual y patriarcal y lo llevaron hasta el Tribunal Constitucional. Bastante tienen con que su vicepresidente sectorial se les case con su novio de toda la vida y comente Eurovisión en su cuenta personal de twitter. Ya se encarga Rita Barberá de contárnoslo a todos por si acaso no tenemos un modelo de homosexual reconocido. Hablando de Eurovisión, Europa también es otra de las palabras del anuncio. Ahí sí que el PP se lo lleva muerto. Es pensar en Europa y acordarme inmediatamente de los 6.000 menores desaparecidos entre Alemania y Grecia. Y fíjense que digo niños, los que no fallan como detonante lacrimógeno en cualquier anuncio que se precie. Ni mú del tema. Pero incluyen en su discurso Europa como nosotros incluimos al tío segundo de Albacete. Al que nunca vemos.
Estos son por ahora todos los anuncios. Ansiosa estoy por ver el resto. Si sigue este nivel Maribel puede ser un no parar de emocionarme hasta el 26 de junio. Y el 23 tengo una boda. Quiero cuanto antes el teléfono de los que abastecen a los que creen que esto nos convence e identifica. Es una boda muy especial y el caso es ponerse.