No es Labordeta con mochila y bastón, ni maldita la falta que le hace a Rajoy en la nueva campaña audiovisual del PP. Caminos de España, la Geografía básica de las Cartillas Álvarez de mis abuelos: Castilla la Nueva, Castilla la Vieja y "España limita al Norte..."
Rajoy camina de buena mañana en Badajoz. Los cascos puestos con qué sé yo, algo de zarzuela, o con lecciones de inglés básico, o escuchando un audiolibro sobre crecimiento personal y gramática básica del castellano. Y el chándal, que le da como una elegancia imprevista; allá donde no llega el traje de las grandes -pocas- ocasiones, donde la chaqueta desastrosa estropea cualquier atisbo de elegancia, ahí está el pack completo del vestir andarín de Rajoy.
Mariano camina de plaza en plaza, de pueblo en pueblo, y muestra la unidad de las tierras de España en la alborada. Rajoy es un Murakami con varias marchas menos, que se ha propuesto un vídeo de campaña para dar a conocer las excelencias de la España de Bárcenas, esa España en B donde se amanece -que no es poco-; donde se puede pasear a la vera de un río y cruzarse con cinco vigoréxicos mañaneros o dos pasados que van directos al after.
Porque el vídeo de campaña del PP con Rajoy entre jadeos y zancadas está en ese punto medio del cine en el que una obra maestra toca el ridículo. Rajoy camina, pues cuenta el partido que "el líder del PP se mantiene en buena forma física y mental". Rajoy camina por el Guadiana, que ya son ganas de darle a uno regaladas metáforas sobre el aparecer y el desaparecer.
"El Guadiana, que nace en las Lagunas de Ruidera" empieza Rajoy el vídeo, con una voluntad didáctica -e inaudita- cuando poco esperábamos ya de él. Los españoles necesitábamos saber de Rajoy, de sus sombras, y Rajoy amanece en Badajoz con una lección de geografía, de cotidianeidad; de una cursilería que el PP nos quiere vender como la cotidianeidad de un ser normal. Rajoy se cruza con extremeños que van a sus labores (Machado), y todo el vídeo es un elogio del hombre corriente; (del hombre simplón, diría un malpensado). Rajoy camina al amanecer, con las calles sin poner y el riesgo mínimo de que le aparezca un Bódalo de provincias o un loco con ganas de arrearle un bofetón o de soltarle un discurso en pro o en contra.
Ya tenemos la respuesta rajoyniana a la gaseosa de Sánchez con Cataluña: Rajoy madrugando a la orillita del Guadiana, casi como el Conde Olinos. El del Romancero.