Hace unos días estuve en una cena con una de las personas que le escriben los discursos a Pablo Iglesias. Citó una viñeta clásica de El Roto. Es esa de un hombre leyendo el periódico que dice: “Lo importante no es lo que pasa, sino quién define los acontecimientos”.
Es una buena descripción de la irrupción y el ascenso de Podemos, una mezcla de oportunidad y control. “No se trata de tener razón, sino de tener razón en un momento concreto”, explicaba este representante del partido que puede arrebatarle el espacio al PSOE. En la cena estaba también un fundador de Ciudadanos, uno de los delegados que formó el partido en 2006 en Bellaterra. Compartía esa explicación. Tanto que se quejaba de que su grupo no hubiera tenido el don de la oportunidad al nacer demasiado pronto, cuando, según decía él, los jóvenes españoles pasaban de la política porque aún no habían sufrido el golpe de la crisis. Podemos consiguió canalizar la fuerza del 15-M, algo tal vez durmiente en 2006.
Podemos supo adaptarse al momento en su nacimiento pero su reto es hacerlo ahora a las circunstancias de la mayoría de votantes en España, que, según la radiografía electoral del CIS, se identifican con el centro-izquierda. Íñigo Errejón lo ha entendido al menos hacia afuera. Tuiteó aquello de: “Los momentos de refundación democrática y construcción de nuevo interés general comienzan siempre por ‘We the people’. Nunca ‘We the left’”. Una parte de Podemos ahora habla más de Finlandia o Suecia que de Venezuela. Pero para definir el futuro no bastan buenas palabras y corazones cursis.
La crítica repentina a los medios de transporte colaborativos “de las multinacionales” en defensa de los gremios es una muestra de ceguera.
Servicios como Uber (el ejemplo que pone el partido) o Car2Go (el que pongo yo) hacen la vida mejor de millones de personas en todo el mundo y contribuyen a compartir recursos y rebajar las emisiones de carbono.
Lo sustancial de la vieja política no es una colección de señores o de siglas con más años de historia, sino el viejo mundo. Lo normal ha cambiado. Car2Go, el servicio de coches eléctricos compartidos que cobran unos céntimos al minuto, está ya en toda Europa, pero la ciudad donde ha tenido más éxito es Madrid.
El nuevo mundo es “multinacional” y defender los intereses de unos pocos en casa es ir contracorriente.
Lo caro que es comprar una licencia de taxi explica por qué el gremio denuncia como competencia desleal hasta a los autobuses. Es duro y nos ha pasado a todos. Algunos periódicos compraron una rotativa justo antes del boom de la información en internet y aún lloran por la leche derramada. Pero no hay vuelta atrás.
Si Podemos de verdad quiere “apoderarse del futuro” como dice está mal colocado. Esto del transporte puede parecer "sólo" un detalle, pero de detalles se hace la vida.