La investigación de la trama de corrupción en la empresa de la Diputación de Valencia Imelsa ha sacado a la luz una bolsa de empleados ficticios que tendrán que sentarse en el banquillo acusados de malversación y falsedad documental. Aunque la cuerda de apesebrados proviene de distintos partidos, todos responden a un perfil similar al del responsable de comunicación interna de Nuevas Generaciones del PP valenciano, Juan Antonio Sanz.
En todos los casos se trata de jóvenes sin oficio ni beneficio, que se han dedicado desde su más tierna mocedad a hacer de palmeros del jefe de turno, y que -cuando han tenido ocasión- no han dudado en aceptar contratos ficticios pagados con dinero público.
Las fotos de este muchacho con Mariano Rajoy -llegó a publicar un fotomontaje acompañando al presidente y su mujer en el balcón de Génova-, con los ministros García Margallo y Ana Pastor, y con la plana mayor del PP valenciano indican hasta qué punto estos ninis de la política son producto de la partitocracia como sistema y del enchufismo como forma de hacer carrera en política. En su caso, estuvo un año y medio a sueldo de Imelsa sin, al parecer, prestar servicio alguno.
La rapidez con la que algunos jóvenes militantes pasan de la irrelevancia institucional a protagonizar corruptelas hace pensar en una cultura democrática degenerada que hay que esforzarse en desterrar.