Dos chicas fueron agredidas este domingo en Barcelona por reclamar a Ada Colau la instalación de pantallas gigantes en la calle para ver los partidos de la Selección en la Eurocopa. Cinco energúmenos atacaron a las jóvenes, al grito de “españolas”, sin que la misma alcaldesa que pide una y otra vez “proporcionalidad” a los Mossos d'Esquadra que repelen las algaradas nocturnas de los okupas en el barrio de Gràcia haya abierto la boca.
Que se trate de un episodio aislado no resta gravedad a un ataque de cariz eminentemente político, que es indicativo del grado de tensión social que alienta el desafío independentista, y en el que concurre el agravante de violencia de género. El silencio del equipo de Gobierno resulta inadmisible.
Es inimaginable que en ninguna ciudad de España cinco hombres golpeen a dos muchachas y las tiren por el suelo y sus gobernantes miren hacia otro lado. Más aún cuando la negativa inicial del Ayuntamiento de la Ciudad Condal a aceptar las demandas de la asociación Barcelona con la Selección ha servido de pretexto -o motivación- a los violentos. Ada Colau aducía que animar a la Roja podía generar molestias y problemas de seguridad. Ya quisieran los vecinos de Gràcia que la alcaldesa demostrara el mismo interés en la protección de su descanso y sus bienes.