Mariano me va a escribir una carta. A mí y a todos los españoles. En un rapto de sinceridad, y antes de pedirnos el voto, nos va a contar la verdad de todo lo que ha hecho desde que llegó a Génova, primero, y a Moncloa, después.
Va a confesar todas sus tropelías, todas: cómo aceptaba sobresueldos para poder llegar a final de mes; cómo se creo y abasteció, billete a billete, la ‘caja B’ del Partido Popular; cómo estaba al tanto de todo lo que hacía Luis ‘se fuerte’ Bárcenas, que incluso le regalaba de vez en cuando cajas de habanos para que se los fumara releyendo el Marca; cómo iban llegando a las arcas peperas toda la pasta que donaban los grandes constructores a cambio de suculentos contratos públicos concedidos, claro está, en concursos la mar de limpios; cómo ha tolerado la corrupción generalizada bajo las alas de la gaviota; cómo ha amparado a determinadas sanguijuelas populares; cómo ha ido aniquilando a todos aquellos compañeros de partido que no han estado de acuerdo con sus formas de hacer a lo largo de estos años. Mariano me lo va a contar todo porque quiere llegar confesado al 26-J. Limpio de todo pecado.
La carta será larga. Tiene que serlo. Reconocer tanto ocupa algo más de espacio que una docena de SMS. Ahora bien, será imprescindible saber leer entre líneas para comprender la hondura de su sinceridad porque es más que probable que esté escrita en gallego.
Por ejemplo, en lugar de sobresueldos hablará del incremento de la carestía de la vida y de lo mal pagados que están los políticos, amen de que él siempre ha cumplido con sus obligaciones fiscales; se cambiará la ‘caja B’ del partido por la buena marcha de la economía española; se referirá a Luis ‘se fuerte’ Bárcenas como la oveja negra que no supo responder a la confianza depositada en él; las grandes empresas corruptoras habrá que buscarlas entre esas líneas que alabarán el gran empuje de los empresarios españoles; la corrupción en casa quedará reducida a unas pocas manzanas podridas; la defensa a ultranza de determinadas sanguijuelas populares se rescribirá como que todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario; y el aniquilamiento de aquellos compañeros que en algún momento se movieron en la foto pasará a ser la renovación necesaria para afrontar los nuevos retos a los que se enfrenta el partido y nuestro país.
Con la conciencia descargada gracias al perdón que recibe todo aquél que confiesa sus pecados, Mariano se enfrenta al 26-J con la esperanza de que sus conciudadanos sepamos comprender la sinceridad de su mea culpa y perdonemos sus abundantes desafueros. Si todos los políticos son iguales, me confesará finalmente en la posdata de la misiva que voy a recibir, por qué no votarle a él que tan sincero ha sido con nosotros, abriéndose en canal, rasgándose las vestiduras. Además, los españoles hemos demostrado que sabemos perdonar, que tenemos buen fondo y que no va a ser la primera vez que votemos a aquellos que nos engañan impúdicamente durante cuatro años y nos siguen pidiendo el voto, esta vez mediante carta personal, para seguir mintiéndonos descaradamente durante los cuatro años siguientes.
¡Qué ganas tengo de recibir tu carta, Mariano!