Mariano, Pedro, Pablo y Albert andan como cuatro jinetes de un castillo de feria medieval, con armas de fogueo, música en playback y armadura de ikea. Ahora que vuelven a pedirnos el voto en bucle, haced como en el súper: mirad su fecha de caducidad y los ingredientes que llevan. ¡Que lo mismo sois celiacos! Leed sus instrucciones y pasad el código de barras por cualquier sitio que no sea vuestro corazón.
Os pasa siempre. Sois unos enamoradizos y os creéis cualquier tontuna dicha con gracia en cuanto os retiran el abrigo y os ponen la silla. Al primer tuit dais RT y al primer beso ya pensáis en el amor eterno. Y, peor aún, os creéis el parasiempre, el te-quiero-más-que-a-mi-vida y el te lo juro yo. (Tono Marifé de Triana).
Este bendito país es así. Genética de copla, amigos. ADN de sainete y sangre de romería. Al maestro Antonio Machado me encomiendo en este momento político. Y sus líderes, vaya usted por Dios, reflejo de la escenografía que hemos levantado.
Recordad que todo lo que vemos estos días es un trampantojo romano, un espejismo de promesas y tequieros de boquita pequeña. Que van vestidos para la ocasión y para su público, que los cuatro jinetes solo se apean para sentirse como nosotros: pedestres y vecindarios.
Prudencia. Que se nos va la mano con los aplausos y somos muy de poner peanas y altarcillos en esta tierra de vinos, curas, quijotes y queso.
Cuidadito madre que son de barro, que no tienen tope, que son de paso. (Tono cantado en plan juglar).
El periodo electoral es un coqueteo continúo para reproducirse entre ellos. Se gustan y nos quieren gustar. Pavos reales de zoológico. Caballitos de mar de piscifactoría. Unicornios de cuento infantil. Se critican y se quieren como si no hubiera un mañana. Pero MAÑANA hay. Y con el mismo odio que hoy se critican, pasado se comen a besos.
La campaña es como la eterna boda de Liz Taylor y Richard Burton. Los candidatos solo quieren llevarnos a su cama, que somos muy golosos. Y estamos muy buenos. Tenemos tipín. Y quieren nuestro sexo. Mañana se les olvida, fingen orgasmo y a su casa (tono vedette del Raval).
La España de charanga y pandereta también es la tierra de la copla y el sainete, de la feria y el paso, de la falla y el toro, del sol y la sombra, de la bata y el volante, de la paella y el chorizo, del perdón y la ofrenda. Estamos acostumbrados al quejío y a la chanza y nos creemos las dos. Qué le vamos a hacer. No íbamos a salir perfectos, ya lo son ellos dándonos lecciones y pontificando credos de la nueva moral con anuncios moñas, catálogos de moda, músicones de verbena y etecés.
Tranquilos, también esto pasará. En cuatro días hemos votado, ellos vuelven al teatro de siempre, a sus caballos de escaño, y nosotros, a nuestros problemas. Ea, ea, ea. Duérmete niño, duérmete ya, que viene el voto y te (lo) pedirán. Ea, ea, ea