El ataque contra a la discoteca The Pulse de Orlando (Florida), abre una nueva brecha en la guerra que el Estado Islámico ha declarado a Occidente: su lucha contra la homosexualidad. Aunque salte ahora a la escena internacional por la magnitud del atentado, dentro de los territorios controlados por el Estado Islámico los homosexuales son fuerte y brutalmente perseguidos por cometer lo que este grupo considera prácticas contrarias a sus "principios morales".
Desde la proclamación del Califato en verano de 2014 se calcula que un total de 150 homosexuales han sido asesinados exclusivamente por su orientación sexual. Es en este contexto en el que debe ser entendido el ataque contra la discoteca gay de Orlando, es decir, como una extensión de las reglas del Estado Islámico más allá del territorio que hoy controlan.
EI dice que protege a los musulmanes del 'camino de podredumbre que ha decidido seguir Occidente'
La revista de este grupo terrorista, Dabiq, ha publicado diferentes artículos condenando las prácticas homosexuales y advirtiendo de que entre sus obligaciones está el proteger a los musulmanes del "camino de podredumbre que ha decidido seguir Occidente". Por lo tanto, aquí vemos como se identifica la homosexualidad con Occidente y cómo los yihadistas han hecho de la condición sexual un nuevo frente de lucha.
En la misma línea, un destacado miembro de la organización, Ab Issa Al Andalusi, publicó un vídeo en internet en el que se comparaba a los homosexuales con pederastas y traficantes de drogas, al tiempo que los calificaba de "animales" o "las peores criaturas".
Los asesinatos de homosexuales se han hecho habituales con el ascenso del islamismo en Siria e Irak
El Estado Islámico considera que los homosexuales merecen la pena capital, un castigo que basan en una interpretación rigorista del Hadiz (enseñanza de Mahoma). En este sentido, la pena consiste en arrojar desde una azotea a la persona acusada de homosexualidad ante una masa que espera la caída del condenado. Si éste sobreviviera a tal atrocidad, la masa lo lapidaría en el suelo. En algunas ciudades controladas por este grupo, al no existir edificios, el castigo se cambia por la decapitación.
Desde el ascenso del Estado Islámico en Siria y en Irak estas prácticas se han hecho muy habituales. Pero también el Frente Al Nusra, organización asentada en Siria y vinculada a Al Qaeda, ha llevado a cabo ejecuciones y secuestros de personas homosexuales. Y los talibán ya venían aplicando castigos bárbaros, como el aplastamiento con tanques o con palas excavadoras. Las organizaciones defensoras de los derechos humanos han denunciado así mismo torturas y asesinatos en zonas controladas por las tropas leales al Gobierno de Al Assad.
En lugares como Arabia Saudí, Irán, Afganistán o Yemen el castigo previsto por la ley incluye la muerte
En general, los países musulmanes tienen leyes durísimas contra los homosexuales. En lugares como Arabia Saudí, Irán, Afganistán o Yemen la pena puede llegar a la muerte. En otros como Pakistán o Bangladesh las personas acusadas de homosexualidad pueden ser condenadas a cadena perpetua. Sin embargo, la persecución no debe circunscribirse solo al mundo musulmán, ya que en otras partes del mundo como en la Rusia de Putin las leyes contra los homosexuales son muy severas, mientras que en Turquía se ha modificado la legislación contra la comunidad gay.
Los atroces crímenes cometidos por el Estado Islámico contra los homosexuales han llegado incluso al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En agosto de 2015, Estados Unidos y Chile, de la mano de sus embajadores Samanta Powell y Christian Barros, pidieron una sesión de urgencia para tratar la persecución de los homosexuales en los territorios controlados por el grupo islamista. Sorprendentemente ni el representante de Angola ni el representante de Chad (entonces miembros del Consejo) respondieron a la convocatoria, y otros como China, Rusia, Malasia o Nigeria no intervinieron en toda la sesión.
El salvaje ataque en Orlando debe ser entendido como una ofensiva contra la diversidad y la tolerancia de Occidente así como un intento de exportar a nuestro territorio el terror que se vive en las zonas que controla el Estado Islámico.
*** Alberto Priego es director del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia de Comillas.