A tan sólo dos días de la jornada electoral, los candidatos de los distintos partidos enseñan sus cartas ante la previsión -confirmada en los pronósticos del chiringuito andorrano- de que ningún partido obtendrá ni remotamente una mayoría suficiente para gobernar.
Después de que Rajoy haya amenazado de forma velada con una tercera convocatoria, al decir que hará lo mismo que tras el 20-D, y de que Pedro Sánchez haya dicho que no permitirá gobernar a los populistas, los candidatos de los dos partidos emergentes han tomado posiciones.
En una entrevista con EL ESPAÑOL, Albert Rivera ha subrayado que la solución al bloqueo político pasa por una gran coalición "entre PP, PSOE y Ciudadanos con un presidente acordado". Se trata efectivamente del único modo de desatascar la situación, pues ni Ciudadanos ni el PSOE están dispuestos a que un candidato como Mariano Rajoy presida una legislatura pretendidamente regeneradora y reformista: sería una broma pesada. Pedro Sánchez ha dicho también que no llegará a acuerdos con el PP, pero la mayoría de los barones reconsideraría la estrategia de pactos del PSOE si el actual presidente en funciones diera un paso atrás para no ser un obstáculo a la gobernabilidad.
Consciente de este escenario, Podemos ha decidido mostrar su verdadero rostro al PSOE tras una campaña en la que Pablo Iglesias no se ha cansado de tender la mano a Pedro Sánchez e invocar los partidos progresistas. Podemos amenaza bajo cuerda a los socialistas con retirarles su apoyo y dejar en el aire los gobiernos de Baleares, Aragón, Castilla-La Mancha, Extremadura y quizá Valencia si tras el 26-J no llegan a un pacto.
Con esta advertencia, Pablo Iglesias lanza un órdago a los barones para que presionen a Pedro Sánchez a favor de Podemos, ya que a Sánchez, descartado un "gobierno a la valenciana" la gran coalición le permitiría cierto margen de cara al próximo congreso del PSOE.