A escasos días del brexit, si algo ha quedado claro es que Reino Unido ha votado por salir de la Unión Europea sin tener una hoja de ruta clara ni saber cuáles eran las verdaderas consecuencias. A pesar de la urgencia con la que reclamaron la retirada de la Unión durante la campaña, los victoriosos brexiters se han pasado la última semana arrastrando los pies, y ninguno de sus líderes parece tener ninguna prisa en activar el artículo 50 del Tratado de Lisboa de la UE que iniciaría el proceso de salida.
Por si fuera poco, Boris Johnson, el exalcalde de Londres y figura prominente entre los eurófobos, declaró el lunes que el brexit será un proceso lento y que, en cualquier caso, dejará intactos el acceso al mercado único y la mayor parte de la migración de la UE. Todo lo contrario de lo que se aseguró durante la campaña.
Parece que los partidarios de abandonar la Unión pretenden tener un “divorcio a la carta”, algo que la Unión Europea no debe consentir. Tal y como han manifestado los líderes europeos en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que se ha celebrado este martes en Bruselas, Reino Unido no puede elegir quedarse lo que le interesa de la UE y deshacerse de las políticas que no le satisfacen. El pueblo británico ha votado a favor del brexit. Ahora debe vivir con las consecuencias.
El terremoto tras el 'brexit'
La tormenta que ha desencadenado el referéndum del pasado jueves no sólo se ha llevado por delante al jefe de Gobierno David Cameron, sino que también amenaza con descabezar al partido de la oposición. Más del 75% de los diputados laboristas han tumbado la moción de confianza a la que se ha sometido su líder, Jeremy Corbyn. Aunque Corbyn ya ha anunciado que no dimitirá, es indudable que su liderazgo queda muy tocado.
El incremento de los delitos de odio contra extranjeros a raíz del brexit también es preocupante. Según ha informado The Guardian, la web de la Policía británica ha constatado un aumento del 57% en el número de denuncias por ataques racistas desde que Reino Unido votó a favor de salir de la UE. Este martes un vídeo mostraba otro episodio de violencia verbal en un tranvía de Manchester, en el que un joven instaba a echar del vagón a un hombre de color al grito de “jodido inmigrante, te mataré”. Es evidente que el brexit, junto con la campaña del miedo y anti-inmigración del Leave, ha alimentado un sentimiento xenófobo en las calles.
Castigo al euroescepticismo
La Unión Europea cometió un grave error el pasado febrero al ceder ante David Cameron y admitir la excepcionalidad británica en un acuerdo que consentía que Londres pudiera limitar el acceso a prestaciones a los ciudadanos europeos residentes en el Reino Unido. Este pacto no solo no contentó a los eurófobos, sino que causó un enfado comprensible en otros países de la Unión.
Los líderes europeos deben ser inflexibles con Reino Unido. Su salida debe realizarse sin concesiones y lo antes posible. De otra forma se estaría alimentando los movimientos eurófobos que crecen en Europa. El presidente de la Comisión Jean Claude Juncker ha hecho bien en pedir que el brexit se materialice pronto. Cuanto antes empiecen a notar los británicos los efectos de su decisión, antes se arrepentirán de haberla tomado y pedirán su reingreso.