El brexit empieza a devorar a sus padres. Nigel Farage, líder del partido eurófobo UKIP y una de las figuras más prominentes de la campaña para abandonar la Unión Europea, ha anunciado su dimisión este lunes. La noticia llega apenas unos días después de que el exalcalde de Londres, Boris Johnson, diera a conocer que no se postulará para sustituir al primer ministro David Cameron.
El líder del UKIP ha justificado su retirada porque “ya ha hecho su parte” al alcanzar la meta de que Reino Unido salga de la UE. Es la tercera ocasión en que Farage dimite: la última vez, tras el mal resultado de su partido en las elecciones generales de 2015, duró tan solo tres días. Sin embargo, la espantada de los victoriosos brexiteers esta última semana pone en evidencia que ninguno de los responsables de abocar a Reino Unido al desastre están dispuestos a afrontar las consecuencias.
Un brexit basado en mentiras
Los dirigentes de la campaña del Leave recurrieron a proclamas populistas para convencer a los británicos de que abandonasen la Unión. Entre sus promesas más disparatadas estaba una supuesta financiación extra de 350 millones de libras al servicio de la sanidad pública. Una propuesta que el propio Farage desmintió el día después del referéndum, pero que indudablemente condicionó el voto de miles de británicos.
Los partidarios del brexit también prometieron que un Reino Unido fuera de la Unión podría frenar el acceso a la inmigración y al mismo tiempo disfrutar de un pleno acceso al mercado único, lo que es claramente falaz. Tal y como afirmaron los líderes europeos en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del pasado jueves, Reino Unido no puede elegir quedarse lo que le interesa de la UE y deshacerse de las políticas que no le satisfacen.
Una posición cobarde
Tal y como pronosticaban los expertos, el impacto del brexit no ha tardado en notarse en los mercados. La libra ha perdido en torno a un 9% de su valor frente al euro, y el ministro de Finanzas, George Osborne, ya está sopesando recortar los impuestos corporativos para intentar frenar que las grandes empresas se vayan del país.
Los responsables de este salto al vacío no sólo han abocado al Reino Unido al abismo, sino que ahora escurren el bulto. David Cameron, el hombre que convocó el referéndum, anunció su dimisión a poco de saberse el resultado. Su retirada de la primera línea de la política, junto con la cobarde huida de Boris Johnson y de Farage, significa que ninguna de las personas que precipitó el brexit estará ahí para asumir las consecuencias. Los pirómanos huyen de la quema que ellos mismos han provocado.