Pretende cierta edila (o alcaldesa) nuestra -a la que vamos a llamar Carmenuela, porque ya comprenderéis que, por razones obvias, me veo en la imposibilidad de identificarla-, establecer juicios por jurados vecinales con la finalidad de resolver algún que otro problema de convivencia matritense. La cosa irá por barrios. Para ello, no descarta integrar vecinos, pasma, agentes medioambientales, comerciantes y algún que otro representante de la administración. Serán las checas yeyé de la desmemoria histérica. Y saldrá uno de allí, ¡como si lo reviviera!, con sus respectivos tiro en la nunca o paseo por las cunetas más chungas de España.
Démonos por rematados. Y enterrados. En las fosas nada comunes del yayoflautismo municipal. A partir de mañana, el presidente de tu comunidad de vecinos tendrá potestad para juzgarte, y para condenarte al corredor de la muerte, en un rincón de su pisito jardín. Con la barbacoa portátil encendida; a todo gas. Nunca, en ningún otro tiempo de la historia, se reunirá tanto verdugo en el descansillo, frente al bajo be, con toda la mandanga lista para el enésimo linchamiento semanal.
El juez de la horca, interpretado por un Paco Martínez Soria que será resucitado por expertos del Mount Sinaí neoyorquino para tal ocasión, tendrá un plan: rodar un gazpachuelo western dirigido por un tal Pedro Almodólar y producido por su hermano Chanquete. En estado de euroayuda despilfarrada. Pocahontas, en plan transexual recalcitrante, será la prota principal.
Strange fruit. La que colgará del madroño en la verde pradera sanisidril. Y cantará Billie Holiday (La salchipapa) para espantar todos sus males, que seguirán siendo muchos. Lo hará disfrazada de chulapona: agua, azucarillos y Popper a granel. El Día del Orgullo Guirigay is coming!: con vecinos vengativos, comisarios políticos, checas en franquicia, barbapapás muertos y sumarísimos juicios sandungueros.
Cualquiera puede encontrarse por la calle, o a la salida del Alcampo o al cierre de su propio linchamiento verbenero, con muchas señoras como Carmenuela. Lo mismo que Carmenuela. Con similar permanente de mármol. Y, a lo peor, con la misma vida interior que Carmenuela. ¿Cuántas Carmenuelas habrá en este mundo? No lo sé. Pero se me pone un Huevo Kinder Sorpresa en la garganta cuando lo pienso.
Habrá que estar al tanto de cómo acaba este despelotado sindiós.
¡Líbranos, Señor, de los tontos de capirote hiperactivos que asesoran a las edilas sin complejos! ¡Protégenos, Dios Padre, de los días sin bañador en las piscinas! ¡No te lo perdonaremos nunca, Carmenuela!