El último informe publicado por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) demuestra hasta qué punto las trampas se han infiltrado en el deporte de alto nivel. La investigación dirigida por el abogado canadiense Richard McLaren confirma que el Ministerio de Deportes ruso y su Servicio Federal de Seguridad trazaron un plan para falsificar los controles antidopaje y tapar centenares de positivos entre 2011 y 2015.
Se trata de uno de los mayores escándalos en la historia del deporte olímpico, con el agravante de que el gobierno de Vladimir Putin no solo era cómplice, sino el principal artífice de la farsa. Una prueba de la ambición desmedida del Kremlin por recuperar el prestigio deportivo de Rusia al precio que sea.
El Comité Olímpico Internacional habla de un ataque sin precedentes a la integridad del deporte y asegura que no dudará en imponer las sanciones más estrictas posibles, que incluyen la expulsión de todos los atletas rusos para los Juegos de Río. La decisión está de sobra justificada.