Nadie en el mundo de la judicatura ni en la propia Bildu dudaba de que la Junta Electoral de Gipúzcoa avalaría que Arnaldo Otegi es "inelegible" como candidato a lehendakari, en razón de la inhabilitación hasta 2021 que pesa sobre el dirigente abertzale y del criterio de la Fiscalía. Por eso suscita más sorpresa la reacción que esta decisión ha generado en Podemos que la que ha producido entre los herederos de Batasuna.
Bildu se adelantó a la impugnación de su líder presentándolo como un mártir. Y Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Alberto Garzón se han prestado a la victimización de Otegi con argumentos tan inapropiados desde un punto de vista democrático como incomprensibles como estrategia política.
Iglesias y Errejón aseguraron que la decisión de la Junta Electoral es una "mala noticia" y que son los vascos quienes han de decidir "quién les representa". Garzón fue más allá y tachó de "cacicada" impropia de un "país democrático" la citada resolución.
La falacia es evidente porque en ningún Estado de Derecho se somete a votación el cumplimiento de las sentencias y Bildu puede presentar a los candidatos que considere oportunos siempre que no pese sobre ellos inhabilitación alguna: de hecho, la candidatura la cierra una etarra que hace menos de un mes estaba en prisión.
Por otro lado, es verdad que Podemos ha crecido en las generales en el País Vasco al absorber los votos de Bildu, pero alimentar el relato que quieren construir los abertzales sólo puede mejorar sus expectativas y defraudar a muchos votantes del partido morado.