Pedro Sánchez se ha enrocado en una interpretación sui géneris de los estatutos del PSOE para atribuirse la autoridad de que ha sido desposeído por la mayoría de su Comisión Ejecutiva. Los barones próximos a Susana Díaz han cumplido su amenaza y han precipitado la renuncia en tromba de la mayoría de la dirección (17 miembros). El reglamento es taxativo al respecto: al quedar vacante la Ejecutiva, ésta desaparece automáticamente como órgano de dirección y el secretario general deja de serlo. Por eso, ante el vacío de poder, al Comité Federal, máximo órgano entre congresos, le toca asumir las riendas de la organización y convocar un congreso extraordinario.
Sin embargo, la guardia pretoriana de Sánchez (18 miembros) pretende hacer valer otra interpretación de los estatutos, según la cual la Comisión Ejecutiva, aunque mermada, sigue existiendo y puede tutelar sin problemas la convocatoria del congreso extraordinario.
La fractura es ya tan grave que a estas alturas la militancia y la opinión pública tienen motivos para preguntarse si Pedro Sánchez sigue siendo -como mantiene- secretario general del PSOE o es sólo un desahuciado político acuartelado en Ferraz y dispuesto a que sean los juzgados los que decidan el futuro del partido.
Atrincherado
Si hasta ahora Pedro Sánchez había justificado su intención de conformar una alternativa al PP y no doblegarse ante Rajoy con argumentos políticos a tener en cuenta -el mandato del Comité Federal y su oposición frontal a un candidato manchado de corrupción-, su absurdo atrincheramiento lo invalidan definitivamente.
El sentido común basta para concluir que cualquier dirigente a quien su equipo da la espalda pierde la autoridad. Parapetarse en interpretaciones interesadas de los estatutos para permanecer en el poder y estar dispuesto a ir a juicio es una apuesta suicida que sólo puede precipitar la implosión de su partido.
Felipe González
Que todo este sainete haya sido prologado, además, por Felipe González, que en una durísima entrevista en la Cadena Ser ha acusado a Sánchez de haberle engañado prometiéndole que se abstendría en la investidura de Rajoy, hace aún más esperpéntico el espectáculo.
Sánchez tenía la opción de intentar recuperar la autoridad perdida, cuando se celebren primarias, presentándose ante las bases como la genuina víctima de un golpe de mano dirigido por la vieja guardia. Sin embargo, ha optado por despedirse rebelándose ante la mayoría de su partido.