Una amiga querida me enseñó el sábado por la mañana el término alemán Schadenfreude (muy conocido al parecer, pero no por mí). Significa regocijo por el mal ajeno. Enseguida fue de aplicación. El suplemento Babelia traía un artículo demoledor de Víctor Erice contra la escritora Elvira Navarro, algo que siempre gusta. Y en Ferraz estaba la matanza de Pedro Sánchez, con las facciones del PSOE calientes congregándose desde primera hora. Lo que yo conocía era la máxima de La Rochefoucauld que dice: “En las desgracias de nuestros amigos hay algo que no nos desagrada del todo”. Cuando ni siquiera son amigos, se desata el Schadenfreude.
La satisfacción de que el prójimo se vaya al guano es turbia. No habla bien del que la tiene, pero se presenta con tanto empuje que resulta irreprimible. El sábado, mientras estábamos en nuestras cosas, echábamos de vez en cuando vistazos a lo de Elvira Navarro y lo de Ferraz. Lo primero se iba apagando en palabras, como es costumbre en los asuntos literarios; aunque quedaba el morbo de qué va a ser a partir de ahora de la novelista desautorizada. Lo de Ferraz, en cambio, crecía y crecía; es decir, se desgarraba y se desgarraba. Una cosa es que una escritora se vaya al guano y otra que se vaya un partido entero. Era mucho más grave lo que estaba pasando con el PSOE. Grave y divertido.
El espectáculo era de vergüenza ajena. Pero, ¿quién no se engancha a eso? Era inaudito ver al otrora imbatible PSOE haciendo el mamarracho. Y continuadamente a lo largo del día. Como me dijo también mi amiga: “Es una situación en la que no quieres que nadie gane”. Al empecinamiento de Sánchez, absurdo, nefasto, respondieron con la chapuza de la conjura: una extirpación nada profiláctica. Por no tener, el PSOE no tiene ya ni un matador en condiciones. Se pasaron todo el día con pinchazos, hasta que lograron darle la puntilla. La afición abucheaba en la calle.
Al final de la jornada escribí en Twitter: “Mal día para Elvira Navarro y Pedro Sánchez”. Un amigo me contestó: “No creo que haya sido buen día para España tampoco”. Ciertamente. Hace unos meses le oí a un psicoanalista un diagnóstico informal: España se encuentra en pleno proceso psicótico, pues uno de los rasgos de la psicosis es la disgregación. Disgregación es lo que sufre hoy España en todos sus frentes. Y esta del PSOE es la última prueba de que, en efecto, es el partido que más se parece a España.
El Schadenfreude que sentimos tiene su parte estúpida: el mal por el que nos regocijamos no es ajeno.