De haber elecciones el 18 de diciembre, el hundimiento del PSOE y una abstención sin precedentes pondrían en bandeja a Mariano Rajoy la formación de un Gobierno con la ayuda de Ciudadanos. La tercera entrega del estudio demoscópico de SocioMétrica para el EL ESPAÑOL, a partir de 1.000 encuestas realizadas durante la semana trágica del PSOE, prueba que el bloqueo por el que han apostado los socialistas, a quien más beneficia electoralmente es, paradójicamente, al presidente en funciones. Es muy importante que Mariano Rajoy no trate de aprovechar la crisis socialista de forma mezquina, aunque la coyuntura política y los pronósticos le resulten tentadores.
De volver a votar en dos meses, el PP alcanzaría los 140 escaños, 17 más que en diciembre de 2015 y tres más que en las elecciones de junio; Unidos Podemos daría su anhelado sorpasso al PSOE al obtener 75 diputados, cuatro más que los que ahora tiene; los socialistas se convertirían en tercera fuerza con 70 escaños, lo que supondría una pérdida de 20 diputados en un año; y Ciudadanos mejoraría su resultado de junio en cinco escaños, de tal modo que sus 37 diputados tendrían la llave de la gobernabilidad. El porcentaje de apoyo no ha variado desde junio, con la excepción del PSOE, que cae casi cuatro puntos. Una participación diez puntos menor que la habitual y la Ley d'Hont acabarían dando la puntilla a los socialistas.
Sepultura socialista
Si tenemos en cuenta que el sondeo no registra el efecto sobre los votantes del bochornoso ocaso de Pedro Sánchez en el Comité Federal del sábado, y que el PSOE comparecería a la cita con las urnas dividido y con un candidato o candidata sin tiempo para congraciarse con sus votantes, no parece aventurado afirmar que el todavía primer partido de la oposición se arriesga a excavar aún más su sepultura de repetirse de nuevo los comicios.
Los datos sobre fidelidad del voto y valoración de liderazgos también permiten comprender por qué ir a terceras elecciones sería desastroso para el PSOE. Pedro Sánchez aparece como el dirigente que más rechazo produce y la fidelidad del votante socialista está nada menos que 20 y 15 puntos por debajo de la que gozan PP y Unidos Podemos, respectivamente. Es ingenuo pensar que un estado de opinión tan desfavorable para el PSOE pueda cambiar en medio de una guerra fratricida.
Investidura
El estado de calamidad del PSOE que refleja este sondeo da pistas de por qué Rajoy y el PP no sólo no parecen preocupados de volver a ir a terceras elecciones, sino que amagan con pasar una onerosa factura a un PSOE obligado a recapacitar la posición obstruccionista defendida por Sánchez. De ahí, los llamamientos del PP al PSOE para que "garantice la gobernabilidad" más allá de la investidura.
El PP ha pasado de mendigar una abstención del PSOE a poner condiciones para aceptarla, gracias al gran error estratégico de Sánchez. El exsecretario general socialista pudo haber puesto contra las cuerdas al PP si, como quería Ciudadanos, hubiera condicionado su abstención a un cambio de candidato. De haber jugado inteligentemente sus bazas, habría provocado una crisis en el PP, en lugar de ahondar en la de sus propias filas, que ha acabado llevándoselo por delante.
El PP tiene la sartén por el mango pero no debe poner excesivas dificultades al PSOE para que se abstenga. El hartazgo y el malestar de los españoles con la clase política podría convertirse en un bumerán contra Rajoy si los ciudadanos perciben que ahora es él, y no Sánchez, quien por intereses personales prefiere sacar las urnas a la calle.