La paliza que una niña de ocho años ha recibido en un colegio de Palma de Mallorca a manos de una docena de chavales es una salvajada, pero que ningún profesor ni responsable del centro estuviera cerca para impedirlo es una gravísima imprudencia. En horario escolar, los menores deben estar siempre custodiados en previsión de accidentes o de sucesos como éste.
Todo indica que ha habido una grave negligencia por parte del centro, pues tras la brutal agresión ni siquiera se avisó inmediatamente a los padres, y la niña siguió dando clase con normalidad hasta concluir el horario.
El colegio Anselm Turmeda tendrá ahora que explicar por qué nadie evitó la agresión, más aún por cuanto la niña sufría un acoso continuado, según ha denunciado su hermana. De ser esto así, habrá que averiguar por qué no se activaron tampoco los protocolos establecidos para responder a este tipo de casos.
El asunto deja en evidencia incluso a la Consejería de Educación balear, que acaba de implantar este curso un protocolo contra el acoso escolar considerado pionero. A la vista está que hace agua.