A tenor de su declaración en la Audiencia Nacional resulta evidente que Correa ha decidido exonerar de responsabilidad a Álvarez-Cascos en el caso Gürtel. Primero quiso dejar claro que las siglas P. A. C. que aparecían en las listas de pagos en B no correpondían a él. Después ha omitido su nombre de cualquier intervención en las mordidas, pese a admitir que la trama encontró complicidad en el Ministerio de Fomento.
Dado que Cascos fue secretario general del PP en la época en que Correa pasaba más tiempo en Génova que en su despacho -según ha confirmado él mismo- y puesto que Cascos fue ministro de Fomento cuando funcionaba la maquinaria de la corrupción, el relato del cerebro de la trama encierra una cierta contradicción.
Por lo visto en las primeras intervenciones de Correa ante el tribunal puede deducirse que, fanfarrondas del tipo "me los voy a follar a todos" al margen, pretende hacer un control de daños, tal vez para que personas como Bárcenas o Sepúlveda actúen como fusibles para que la corriente no alcance a la cúpula del PP.