La libertad de prensa no es sólo un pilar de la democracia: es también su requisito y condición. En las sociedades libres los medios de comunicación son, además de empresas en libre competencia, guardianes de la democracia. Por ello, nada como conocer la consideración de un dirigente político sobre el periodismo para evaluar su talla democrática.
Pablo Iglesias, que hace unos meses ya protagonizó un ataque gratuito a un redactor de El Mundo -por el que pidió perdón-, ha vuelto a dejar claro qué tipo de periódicos y profesionales quiere, durante un coloquio con simpatizantes celebrado el miércoles por la noche en un teatro de Madrid. El hecho de que en este acto no hubiera periodistas acreditados, y en el que se presentó por sorpresa nuestro compañero Daniel Basteiro, hace si cabe más reveladoras las consideraciones del líder de Podemos.
Elogio del panfleto
Iglesias inició su disertación advirtiendo sobre la presencia del redactor de EL ESPAÑOL: "Hay periodistas", previno entre risas a su compañero, el eurodiputado Miguel Urbán. Luego ambos elogiaron abiertamente el "panfleto" como instrumento político y defendieron la necesidad de un "periodismo militante" que dote a Podemos de "un relato y una memoria" para hacer proselitismo, "lucha política" ésta -dijo- "más importante que la que hacemos en el Congreso". Como colofón, se quejó de "no tener apoyos mediáticos" y lamentó que los "medios alternativos" traten a su partido "como a los demás".
El periodismo y el perfil profesional que reivindica Iglesias es más propio de la afortunadamente extinta prensa del Movimiento que de la existente en un país como el nuestro, que en su Constitución blinda el derecho "a comunicar o recibir libremente información veraz" mientras prohíbe la censura. Sin embargo, no por ello dejan de ser alarmantes estas reflexiones. Sencillamente, su arrebato de sinceridad es más típico de un aspirante a caudillo que de quien ha sido en dos ocasiones candidato a presidir un país con una democracia consolidada.
Obediencia
Ningún dirigente del PP o del PSOE se atrevería a reivindicar una concepción tan totalitaria de la prensa sin afrontar una merecida ración de críticas, de lo que puede colegirse que Iglesias no teme reproche alguno porque ha conseguido imponer en su partido la la obediencia que desearía para los medios.
Viendo cómo ha celebrado el vergonzoso escrache a Felipe González, un sabotaje del que se siente "orgulloso" y en el que le hubiera gustado participar, según confesó en una elocuente entrevista en eldiario.es, podríamos pensar que Iglesias tiene bula ante los propios por muy 'gamonal' -según su expresión- que se muestre. Allá ellos.
Por nuestra parte, y en lo que atañe a su paupérrima concepción de la libertad de prensa, nada mejor que reiterarle el mensaje que Basteiro le lanzó en su crónica a modo de acróstico: "Hay mucho periodismo de calidad. Leer con generosidad es enriquecedor", Iglesias.