Sí. ¡Qué duda cabe! Hace un año, cuando celebrábamos su primer añito, leí una de las primeras aproximaciones de Donald Trump a la gran política que va a representar para el mundo su llegada a la Casa Blanca: “México no se aprovechará más de nosotros. No tendrán más la frontera abierta. El más grande constructor del mundo soy yo y les voy a construir el muro más grande que jamás hayan visto. Y adivinen quién lo va a pagar” (6-III-2015).

Miré entonces a la pequeña y a sus padres, mi hija y mi yerno, que compran semanalmente en Costco, unos grandes almacenes de Estados Unidos instalados en México, y no comprendí dónde residía en ellos el peligro para el país vecino. Justo un año antes, en marzo de 2014, había publicado en la revista Telva un artículo dedicado a mi nieta, titulado “10 consejos para Ariadna”.

Los repaso ahora y me inquieto. Con un vecino así, con este presidente, comandante en jefe del país más poderoso del mundo, siento que ella está en peligro. Porque Donald Trump está en las antípodas de lo que representan aquellos consejos escritos con la emoción del momento y con cierta impudicia por la primera persona, en la que hoy vuelvo a caer. “1) Piensa en ti. Sé tú. Pero para equivocarte menos, esfuérzate por saber lo que sienten los demás. 2) Empéñate en ser feliz. Para ello, ayuda en lo que puedas a quienes te rodean... 5) No olvides jamás que los demás no son un peldaño para tu conveniencia. Forman parte de la escalera de tu vida… 7) Pregunta. Lee. Aprender es la manera más respetable de vivir… 10) Cultiva el humor y la ironía, pero sin resultar hiriente”.

En aquel artículo, citaba para acabar un proverbio italiano: si no te va bien, llama a tu abuelo. ¿Cómo podría explicarle yo a mi descendiente que ha de practicar la bondad y la benevolencia con un tipo que amenaza, porque sí, su porvenir? Quizás el abuelo alemán de Trump, que comenzó haciendo negocios en Estados Unidos con prostíbulos y obteniendo enormes ganancias como constructor, sí tendría las palabras adecuadas. 

¿Pero Donald Trump actúa porque sí, caprichosamente, contra México y los mexicanos?

No. ¿Acaso arremete contra el país vecino porque los 34 millones de mexicanos que viven en EEUU envían a su país remesas por 24.000 millones de dólares al año? ¿O porque todos los años pasan ilegalmente miles de mexicanos a USA? ¿O quizás porque a través de México llegan toneladas de droga, de cárteles que gastan, por cierto, cientos de millones de dólares en compra de armas a la industria de EEUU?

No. La guerra iniciada por Donald Trump contra los pobres mexicanos está explicada en los libros de Historia. Obedece al carácter totalitario, fascista, del personaje. El pasado está repleto de casos parecidos. Por cierto, siempre con malas consecuencias para la humanidad. El historiador alemán Reinhart Koselleck descifra el 'modus operandi' de los líderes totalitarios y sus regímenes.

Para que hubiera helenos tenía que haber bárbaros; para que hubiera arios, Hitler puso el foco en los judíos... En España también supimos de esto: Franco se fijó, además de en los judíos, en los masones y en los comunistas. Esta simiente nociva también se encuentra en los nacionalismos. En el vasco Sabino Arana. A finales del siglo XIX, el fundador del PNV empezó a llamar maquetos a los españoles que llegaban al País Vasco, los belarrimotza (orejas cortas), supuesta característica facial de los inmigrantes peninsulares.

Unos niños mexicanos juegan en la frontera de México y EEUU. Jose Luis Gonzalez Reuters

Se trata de buscar enemigos por doquier, generalmente más débiles que tú, para aglutinar a los conciudadanos egoístas en torno al líder populista.

El caso de México, con nieta o sin nieta dentro, no deja de ser una anécdota. Como escribe Jorge Ibargüengoitia en su libro Instrucciones para vivir en México, la vida de este país no es una historia triste, por más desigualdad y violencia que haya –que también existen en Estados Unidos-. Porque lo triste y lo alegre depende de la actitud que cada cual tenga. “En cueros nací, en cueros estoy, ni gano ni pierdo”, filosofa Sancho Panza.

El peligro Trump va más allá de río Grande. Es mundial. El periódico chino, en inglés, Global Times respondía así a una declaración de Rex Tillerson, nuevo secretario de Estado en el gabinete Trump, sobre la disputa de las islas del Mar de China Meridional: “Si Estados Unidos prosigue sus desafíos deberían pensar en prepararse para un enfrentamiento militar”; “Tillerson haría bien en ponerse al día en estrategias nucleares si quiere que una potencia nuclear (en referencia a China) se retire de sus territorios”.

El próximo viernes, 20 de enero, con la toma de posesión de Donald Trump, no será un día cualquiera para el mundo. Será, por cierto, la festividad de San Fabián, aquel papa del siglo III elegido tras posarse sobre su cabeza una paloma cuando pasaba por Roma y la iglesia católica buscaba un Sumo Pontífice. Aquella paloma no la cagó al elegir inesperadamente a un modesto agricultor para el más alto cargo eclesiástico.

En cambio, si parece una deposición democrática la elección de tamaño personaje, atrabiliario y fantoche, como presidente de Estados Unidos, a quien los viñetistas españoles Gallego y Rey recibían hace unos días con un “Yes, we Mein Kampf” y Peter Brookes, dibujante de The Times, representaba como un gato orondo recostado, boca arriba y enseñando sus partes íntimas, sobre los brazos de Putin. Brookes titulaba su trabajo con sólo dos palabras: Pussy grabber (algo así como ladrón de coños). Pues eso.

¿EL AÑO ES MUY LARGO?

Sí. No desesperemos tan pronto. Administremos bien los desengaños, las preocupaciones y las frustraciones. Desde luego, hagámoslo mejor que con la comida. Según expertos en alimentación, la tercera parte de la comida que compramos en Navidad –tan cerca en tiempo y tan lejos ya en el pensamiento- acabó en el cubo de la basura.

¿Tiramos también como basura la tercera parte de nuestro día a día? Es decir: ocho horas al día y más de 122 días al año. Depende de cómo se mire. Para unos, perder el tiempo es trabajar ocho horas al día; para otros, dormir otras tantas horas...

También será perder el tiempo escribir sobre un personaje como Donald Trump, un voluptuoso pero no de los estetas, como lo era Flaubert. “He nacido con un montón de vicios que jamás se han asomado a la ventana. Me gusta el vino, no bebo; soy jugador y nunca he tocado un naipe; me agrada la crápula (acaso sería mejor traducir débauche por juerga o farra) y vivo como un monje; soy místico en el fondo y no creo en nada”, escribía el autor de Madame Bovary. Trump, el nieto del dueño del prostíbulo, nació con un montón de vicios y, en cambio, los exhibe sin el menor recato para turbación general.

¿PATXI LÓPEZ PRESIDENTE?

Patxi López y Susana Díaz. Flickr PSOE

No. López fue lehendakari gracias al apoyo del PP. Pero no parece que vaya convertirse en candidato a presidente del Gobierno, aunque consiga ser secretario general del PSOE en el congreso de junio. El reparto seguramente ya está hecho. Patxi dirigirá el partido y Susana Díaz optará a la presidencia del Gobierno cuando toque, como sucedió en el Partido Socialista en los comienzos de la democracia: Ramón Rubial, vasco, fue presidente del PSOE, y Felipe González, andaluz, candidato a la Moncloa. La Historia es un ritornello, un volver atrás. Siempre y cuando Trump no se cargue el mundo tal y como lo conocemos.